Menú
Pedro de Tena

Los sanchicomunistas, más antisemitas que Franco

La izquierda española de Pedro Sánchez coincide con el antisemitismo de Francisco Franco y su régimen, sobre todo en sus primeros 10 años de existencia.

La izquierda española de Pedro Sánchez coincide con el antisemitismo de Francisco Franco y su régimen, sobre todo en sus primeros 10 años de existencia.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, y la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, atienden a los medios. | EFE

Es comprensible advertir una creciente "nazificación" de la izquierda derivada del marxismo. En realidad, además de compartir el totalitarismo original que profesan como consecuencia del carácter autoritario confeso del socialismo (nacional-socialismo, socialismo nacional italiano o fascismo y dictadura del proletariado), el sanchicomunismo ha culminado su ruptura con el primitivo internacionalismo obrero apostando por los nacionalismos identitarios e insolidarios de la periferia española. La igualdad ya no es socialista.

Por si fuera poca la semejanza señalada, esa que facilitó los acuerdos nazi-soviéticos que dieron paso a la II Guerra Mundial en Europa, añádanse los métodos "escrachistas" e intimidadores del enemigo heredados del leninismo y el nazismo, su desprecio por la democracia liberal y sus instituciones, su negativa a la autonomía y contrapeso de sus poderes vertebrales, su pericia en el uso de la propaganda negra[i] y la comunicación desinformativa antes que por la racionalidad, la veracidad y la tolerancia.

Desde la segunda mitad de siglo XX, la ya obligada simpatía occidental por los judíos a causa de la barbaridad del Holocausto hizo que la URSS saludara la creación del Estado de Israel (a cuyo nacimiento el propio Rafael Alberti dedicó nada menos que un salmo para cantata). Sabido es que los nazis mantuvieron excelentes relaciones con los líderes islamistas a causa de su voluntad común de exterminio de los judíos.

De hecho, se han conocido fotografías en las que el muftí de los musulmanes de Palestina, Haj Amin al Husseini, el ex primer ministro iraquí Ali al Kailani, el líder Mile Budak de Croacia y al líder Subhas Chandra Bose de India, departen amistosamente con los funcionarios nazis del campo de Trebbin[ii], próximo a Berlín. Hay otras fotos del palestino, al que Israel acusa de ser el inspirador de la cremación de judíos, con el propio Hitler.

Ahora, es la izquierda europea y, destacadamente la izquierda sanchicomunista española, la que aparece como aliada "objetiva" del islamismo, sobre todo del chiita iraní[iii], en su guerra santa contra Israel y Occidente. Es otro elemento más que subraya la concordancia creciente de sus hechos y discursos con quienes impulsan, no la coexistencia de dos estados, uno palestino y otro israelí, algo que fue posible en 1948, sino la aniquilación definitiva del último.

Sin embargo, pocos han señalado que el antisemitismo, ya evidente de la izquierda española asentada en el gobierno de Pedro Sánchez, coincide con el antisemitismo de Francisco Franco y su régimen, sobre todo en sus primeros 10 años de existencia. Pero hay una diferencia esencial. Si bien el franquismo profesó un antisemitismo oportunista y altisonante que no conllevó defensa alguna de crímenes ni marginaciones masivas, la actual izquierda sanchicomunista ataca al Estado de Israel como símbolo político de los judíos mientras calla los crímenes o muestra su aprecio por los terroristas de Hamás y Hezbolá, entre otros.

La tragedia del pueblo judío

"¡Muerte a los judíos" es uno de los gritos más antiguos del mundo. Los viejos reyes babilonios ya lo corearon. En cualquier historia del antisemitismo, de la León Poliakov o la de Gerald Messadié por ejemplo, se atribuye este grito a diferentes imperios y reinos, incluso a los propios judíos y a su propio Yahvé. Roma, la de Tito, hizo carne este rugido y la otra Roma, la cristiana, también lo voceó, en su versión católica y, mucho más, en su interpretación protestante. Lutero escribió un opúsculo titulado Los judíos y sus mentiras donde conminaba en su capítulo 11 a:

…prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza. Esto ha de hacerse en honor a Nuestro Señor y a la cristiandad, de modo que Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a sabiendas tales mentiras, maldiciones y blasfemias a Su Hijo y a sus cristianos.

Antes de la Diáspora y después, fueron expulsados de muchos territorios, reinos o ciudades. Por ejemplo, de la Roma de Claudio, de la España visigoda de Sisebuto, del Al-Andalus de los almohades, de Francia (cinco veces entre 1182 y 1394), de Inglaterra, de la primera Austria o de Parma y Milán. Luego, fueron expulsados de la España de los Reyes Católicos (1492) y después, por otros muchos desde Lituania a Portugal a los Estados Pontificios, Orán, Viena y la Baja Austria (1670). Y así sucesivamente.

En su condición de errantes por el mundo han sido víctimas continuadas de matanzas, linchamientos, pogromos, asesinatos en masa y genocidios brutales, como el Holocausto en la II Guerra Mundial a manos del nacional-socialismo alemán. Desde la matanza de Alejandría del año 38 a las escabechinas europeas de la baja Edad Media o los pogromos rusos del siglo XX, por resumir, hay una larga serie de agresiones, expolios, crímenes y confinamientos. Cuando los antijudíos franceses gritaban "Muerte a Dreyfus" en su famoso caso, vociferaban en realidad "Muerte a los judíos", como ha recordado Gabriel Albiac en sus Perseverancias.

Tan es así que, como ha subrayado Agapito Maestre, el gran maestro demócrata Ortega y Gasset manifestó su horror, su rechazo y su condena del antisemitismo, en buena medida contribuyente a la gestación del Occidente civilizado, en unos términos muy emotivos:

¡Cómo ha padecido esta raza egregia! Los demás pueblos han ido destilando gota a gota sobre el judío todo su poder de odiar. Se le ha maltratado, se le ha expoliado millares de veces, se le ha escarnecido. Se le han cercenado todos los derechos, se le ha recluido, como al ganado en el corral, dentro de los ghetti y juderías: se le ha señalado con las ruedas bermejas[iv]….Desde remotos siglos, los pueblos europeos, los árabes, los turcos más tarde, han ejercitado sobre las carnes hebreas su capacidad de atormentar. En las morenas y pálidas carnes han ensayado el filo de sus puñales. ¿Qué han conseguido? ¡Ah! El dolor, el divino pedagogo, ha sutilizado las almas israelitas, ha dado a este pueblo unas energías ardorosas que le hacen el más apto para las labores sublimes.

En general, desde el siglo XIX lo "hebreo", singularmente lo sefardita, ganó simpatías en España. Conocido fue el filo-sefardismo de Emilio Castelar y de casi todos sus contemporáneos liberales y también lo fue "la reserva" de los conservadores, como destaca el historiador Joseph Pérez en su libro Los judíos en España.

Desde 1909, se abrieron sinagogas y muchas figuras intelectuales y políticas se sumaron a la causa. Destacan, cómo no, Benito Pérez Galdós, Unamuno, Echegaray, Emilia Pardo Bazán, Menéndez Pelayo, Valera, Menéndez Pidal, Américo Castro, Cansinos-Assens, Canalejas, Antonio Maura, el conde de Romanones, Melquíades Álvarez, Alejandro Lerroux, Niceto Alcalá-Zamora y otros muchos[v].

La dictadura de Primo de Rivera facilitó el regreso progresivo de los sefardíes asentados en otros países, desde Marruecos a Turquía, y en la II República se continuó con las simpatías filo-judías con el apoyo de Manuel Azaña, Salvador de Madariaga, Indalecio Prieto[vi] y muy especialmente, Fernando de los Ríos entre muchos. Claudio Sánchez Albornoz, que la presidió en el exilio, justificó su expulsión, que consideró tardía, en 1492. En general, los judíos españoles fueron prorrepublicanos e incluso los hubo que participaron en las Brigadas Internacionales.

Por el contrario y resumiendo, aunque los tradicionalistas de Vázquez de Mella fueron más incisivamente antijudíos, Falange Española no fue señaladamente antisemita. José Antonio Primo de Rivera en sus Obras Completas apenas habla de los judíos, salvo para señalar el origen hebreo de Karl Marx y el comunismo –sin referirse al antisemitismo del propio Marx—, y asumir la tradicional relación de los judíos y el mito del oro, asociado al capitalismo burgués.

Franco y los sanchicomunistas, unidos por el antisemitismo

Si Franco fue inicialmente adelantado de un antisemitismo lo fue por su asociación de los judíos con la masonería y el bolchevismo (muchos altos cargos de los primeros gobiernos soviéticos fueron judíos), por la influencia de la Iglesia Católica, enemiga doctrinal y política de los judíos pero moderada en sus anatemas, y por su dependencia bélica de Alemania e Italia.

No cabe duda alguna de que el régimen franquista, al menos desde 1939 a 1948 exhibió una retórica antisemita, argamasada con mensajes antimasónicos y antimarxistas. Bien recordada es la sistemática referencia del propio Francisco Franco a su triple "contubernio", si bien pasó de tener una esencia "judeo-masónico-marxista" a ser sólo masónico-izquierdista y comunista-terrorista en el último discurso del 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente de Madrid.

Tras la creación del Estado de Israel en 1948 por decisión de la ONU y con el beneplácito de Estados Unidos y la Unión Soviética, el franquismo buscó el reconocimiento internacional que necesitaba intentando conseguir el apoyo judío para el levantamiento de las sanciones que se le impusieron desde 1946.

No conseguirlo motivó que se volviera a la oratoria antijudía en los discursos oficiales y del propio Franco en su muy desconocido libro Masonería, escrito bajo el seudónimo de Jakin Boor, donde clama contra los judíos por su unión a la masonería, su odio al catolicismo y sus comportamientos "criminales", deducidos de los falsos Protocolos de los sabios de Sión, al margen de consideraciones raciales.

Muestra con claridad Fernando A. Palmero Aranda en su tesis sobre El discurso antisemita en España (1936-1948) que el antisemitismo franquista no tuvo que ver directamente con el Holocausto, algo reconocido por el propio Israel. Subrayaba el nuevo Estado, sin embargo, que fue "indudable que durante los años de la Segunda Guerra Mundial fue un aliado entusiasta de la Alemania nazi y del resto de potencias totalitarias, razón por la cuál debe ser considerado como un colaborador más o menos activo en sus políticas imperialista y de exterminio".

Por ello, Israel no estableció relaciones diplomáticas con España hasta 1986, bajo la presidencia de Felipe González. Es evidente que no tuvo en cuenta que los gobiernos de Franco, discursos al margen, continuaron la tarea legitimadora de la presencia judía en España. Simbólicamente fue muy importante la decisión franquista de "consumar lo que la República no se había atrevido a hacer en 1935: transformar en museo sefardí la toledana sinagoga del Tránsito", apuntala Joseph Pérez.

También alude Palmero, como Pérez, al carácter ambiguo del antisemitismo franquista que permitía una actividad filo-sefardita. Lo sefardí se relacionaba con el concepto imperial de la Hispanidad por ser una cultura originada en España. Para muchos intelectuales de la época, lo sefardí estaba bien distante de lo "askenazíe" (judaísmo centroeuropeo) ya que el primero era el resultado del mestizaje con el casticismo español, esto es, sería un judaísmo cristianizado, mientras que el segundo se confundía con el comunismo, con el capitalismo y la masonería.

De hecho, Pérez escribe: "El gobierno de Franco se negó a introducir leyes antisemitas, ni siquiera en Tánger, después que esta ciudad fuese ocupada por tropas españolas en junio de 1940. De una manera general, vemos que los actos del gobierno de Franco, desde una fecha muy temprana, no se ajustan ni al antijudaísmo, ni al antisemitismo, sino que parecen conformes con el filosefardismo". La revista Sefarad comenzó su andadura editorial en 1941 de la mano de la Escuela de Estudios Hebraicos del recién fundado Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Es decir, que el "fascista" Franco, identificado como antisemita y aliado del nazismo durante la II Guerra Mundial, fue mucho menos radical e incendiario[vii] que las izquierdas emanadas del marxismo que manifiestan su antisemitismo ideológico y político en el actual conflicto desencadenado por la barbarie terrorista de Hamás sobre Israel y su población civil.

Ante la inevitable colisión de las propagandas emanadas de las fuerzas ahora en conflicto, lo que nadie discute es que la matanza indiscriminada y el secuestro de civiles y militares judíos a manos de Hamás ha sido el origen de todo. Ese es el hecho indudable, contundente, innegable y fehaciente, como lo es que Rusia invadió Ucrania o que la banda asesina ETA ejecutó de manera vil a casi mil españoles por el mero hecho de serlo.

Lo más sorprendente de las actitudes antisemitas de este sanchicomunismo[viii] no es cómo se distancia de la posición oficial de la II República en su conjunto y de la Europa actual. Ambas, adoptaron posiciones críticas contra el antisemitismo. Lo asombroso es cómo, tras un período de camuflaje forzoso tras el horror del Holocausto, se ha vuelto a su tradición original de odio a los judíos que puede encontrarse muy explícitamente en el Marx de La cuestión judía.

Se refiere Federico Jiménez Losantos en su Historia del Comunismo al meollo ideológico del antisemitismo de un Marx que era hijo de una familia judía. De una parte, la relación de los judíos con el dinero, el gran Mammón del Manifiesto Comunista y su profecía anticapitalista. De otra, su sustancia religiosa era incompatible con un Estado comunista que no creía en los derechos humanos del individuo por considerarlos burgueses, la libertad religiosa entre ellos, sino en los derechos ciudadanos uniformemente estatalizados.

Puede leerse en este libro que, para Marx, "el dinero es el valor autosuficiente de todas las cosas. Por eso le ha quitado al mundo entero, tanto al mundo humano como a la naturaleza el valor que les corresponde como propio. El dinero es la esencia alienada del trabajo y la existencia del hombre: esa esencia lo domina y él la idolatra. El dios de los judíos se ha secularizado y se ha convertido en el dios del mundo…".

La presencia judía en la URSS fue tolerada y el antisemitismo fue oficialmente si bien es sabido que Stalin era claramente antijudío. Conscientes de la vinculación de este sentimiento con los nazis, los comunistas rusos comenzaron a sustituir la idea de antisemitismo por la de antisionismo, elaborando estrategias de confinamiento contra los judíos ("cosmopolitas sin raíces") denunciadas por Solzhenitsyn , que afectaron, sobre todo, a los escritores. Tras la muerte de Stalin, la hostilidad hacia el judaísmo fue más discreta pero se hizo más visible e intensa de nuevo en la época de Breznev.

Tras la caída de la URSS los pecios comunistas se expresaron con meridiana claridad: "El 3 de octubre de 1993, el general comunista ruso Albert Makachov declaró públicamente en Moscú, en ocasión del putsch: "Si yo muero, se mandará por lo menos a diez jidi (judíos) al otro mundo. ¡Tenemos una lista!", cuenta Gerald Messadié en su Historia del antisemitismo.

Lo que son las cosas: exhumar a Franco del Valle de los Caídos pero desenterrar con él e intensificar escandalosamente su antisemitismo tiene una reflexión. Toda una hazaña porque, el antisemitismo formal de Franco no mató ni deseó la muerte de ningún judío por el mero hecho de serlo. Por ello, resulta más obsceno aún el antisemitismo agresivo del sanchicomunismo, en especial neocomunismo bolivariano de Sumar y Podemos, que no ha querido condenar, ni siquiera hipócritamente, el asesinato indigno y humillante de más de mil judíos perpetrado por los islamoterroristas de Hamás.

Pero, claro, explicó Pablo Iglesias en una célebre y cínica lección de geopolítica que "a los iranís les interesa que se difunda en América Latina y España un mensaje de izquierdas para desestabilizar a sus adversarios, ¿lo aprovechamos o no lo aprovechamos?... Para mí quien haga política tiene que asumir cabalgar contradicciones… La geopolítica es así y no vamos a ser los únicos imbéciles que no hagamos política cuando todo el mundo hace política".

¿Cómo no albergar la tentación de sospechar que, en este momento, y dados los intereses antiisraelíes de los financieros iraníes del grupo podemita, la aún ministra en funciones Ione Belarra y sus secuaces están aprovechando la "geopolítica" arrastrando a todo el gobierno de un Pedro Sánchez maniatado por su dependencia de un puñado de votos a un aislamiento internacional de España por su postura pro-Hamás?

No deja de ser pasmoso que la "geopolítica" vincule, con el antisemitismo de por medio, a los sanchicomunistaas y al primer franquismo. No sólo es fango podemita. Recuerden que la que fuera presidenta del PSOE andaluz y ex miembro, nada menos, del Consejo de Estado, Amparo Rubiales, llamó al número 3 del PP, el malagueño de origen sefardita Elías Bendodo, "judío-nazi". El antisemitismo, siempre en los genes socialistas, está ahora en los narraciones del PSOE de Sánchez.


[i] La propaganda negra es la que atribuye al enemigo algo que uno mismo ha perpetrado. El bombardeo del hospital de Gaza es un ejemplo perfecto. Hamás, buena parte de la izquierda europea y muchos países islámicos han asignado su autoría al ejército israelí cuando las pruebas señalan a sus propias filas terroristas como responsables de la acción. Otro ejemplo: Stalin acusó a Hitler de ser autor de la matanza de más de 20.000 militares y civiles polacos del bosque de Katin cuando se demostró, tras la caída de la URSS, que la orden partió del Kremlin. Si se quiere aún otro ejemplo, Andrés Nin, líder del trotskista POUM, fue torturado y asesinado por el servicio secreto ruso, con la complicidad del PCE, en la España de 1937 pero se ocultó su ejecución y desaparición extendiendo la información de que había huido tras descubrirse que era un nazi al servicio de Franco. Por si fuera poco, el asesinato de la familia del Zar Nicolás II fue atribuida a los judíos por los propios bolcheviques.

[ii] El conocido como centro de Glau-Trebbin fue uno de los 45 subcampos del campo de concentración Sachsenhausen donde murieron 200.000 judíos, según el libro Campos de concentración y exterminio de la Alemania nazi, de Javier Gómez Pérez

[iii] Que patrocinaban la televisión de Pablo Iglesias y, según éste, buscaban la desestabilización de Occidente favoreciendo su discurso de izquierda comunista.

[iv] La rueda roja o de otros colores fue una señal cosida a la ropa de los judíos cada vez que salían de las juderías en España y otras naciones.

[v] El gran rescatador y valedor de la causa hebrea en la España del siglo XIX fue el médico Ángel Pulido Fernández.

[vi] Largo Caballero tampoco se mostró antisemita en Mis recuerdos,

[vii] Incluso algunos de sus diplomáticos salvaron a miles de judíos de la barbarie nazi.

[viii] Caso aparte es el de los nacionalismos vasco y catalán, que admiraron el proceso político que culmino en la proclamación del Estado de Israel. Otra cosa es que hoy día tal admiración sea mutua.

Temas

0
comentarios