
La democracia española está siendo sometida a una dura y terrible prueba. Si la supera, tendremos democracia para cien años. Si fracasa, el desastre autoritario puede extenderse por toda la UE. La situación es dramática. Pero nada está perdido todavía para la sociedad civil española más desarrollada desde el punto vista moral y democrático. Dicho en corto y por derecho, las movilizaciones ciudadanas de esa sociedad civil en defensa de la democracia nos han enseñado algo relevante en la conciencia social europea. Ha enseñado a los españoles y europeos quién es el principal responsable de la posible desaparición de la democracia. Nadie en España y en Europa duda de quién sería el principal culpable de la muerte de la democracia en España. He ahí el principal patrimonio de los defensores de la democracia. Eso no sólo lo saben los partidos democráticos y más de noventa (90) organizaciones sociales, que se oponen frontalmente al cambalache antidemocrático de Sánchez con veintidós (22) partidos políticos radicales y extremistas, o sea que desprecian la nación democrática, sino la mayor parte de la sociedad civil española. El mundo entero sabe que socialistas, comunistas y secesionistas sólo creen en el sistema democrático nada más que para liquidarlo.