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Alicia Delibes

PISA 2022. España aprueba en equidad y resiliencia

PISA hace tiempo que nos indica que la exigencia, la disciplina y la formación académica de los profesores mejoran los resultados de la enseñanza.

PISA hace tiempo que nos indica que la exigencia, la disciplina y la formación académica de los profesores mejoran los resultados de la enseñanza.
La ministra de Educación, Pilar Alegría. | EFE

Desde que entramos en el siglo XXI, una vez cada tres años la educación salta a las primeras páginas de los medios informativos. La causa de este hecho insólito tiene un nombre que se ha hecho famoso, PISA.

A finales de la década de 1990, la OCDE, consciente de la relación estrecha que existe entre el desarrollo económico de un país y la eficacia de su sistema educativo, decidió implantar un programa que permitiera comparar los resultados de la enseñanza obligatoria de sus países miembros. Así fue como nació PISA (Programme for International Students Assessment), que, a través de unas pruebas muestrales, evalúa el rendimiento de los alumnos de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias. Cada vez que se realiza esta evaluación, una de estas tres disciplinas se examina con mayor atención. En el año 2022 el foco estuvo puesto en la prueba de matemáticas.

Del análisis de los resultados de las pruebas y de unos cuestionarios que se envían a los centros escolares que han participado, los responsables de PISA extraen conclusiones que permiten conocer las consecuencias de las reformas que cada país aplica en el campo de la educación.

Existen otras evaluaciones internacionales, pero PISA es la más conocida, y es que, cada año, son más los países que solicitan ser incluidos en ella. La primera vez que se aplicó PISA, el año 2000, participaron 32 países, en 2022 fueron 81.

Los resultados publicados el pasado 5 de diciembre corresponden a las pruebas que deberían haberse realizado en 2021, pero que, a causa de la pandemia, se retrasaron al año 2022. Es preciso señalar que España no fue clasificada en 2018 debido a un problema que se dijo había habido con las pruebas de comprensión lectora, la OCDE no fue capaz de explicar lo ocurrido. Así que, para hacer comparaciones, en el caso de España se han utilizado los datos de PISA de 2015.

Si siempre los resultados de España han sido bastante malos en PISA, en 2022 han sufrido un retroceso significativo. En la prueba de matemáticas, en la que PISA ponía el foco en 2022, nuestra puntuación ha bajado casi veinte puntos (de 492 a 473) con respecto a 2015.

Ante este evidente desastre, la ministra de Educación, Pilar Alegría, no ha mostrado la más mínima preocupación. En su rueda de prensa, achacó los resultados a la pandemia y aseguró que España iba bien, ya que sus resultados han sido muy parecidos a los obtenidos por los países de nuestro entorno. Por otra parte, del análisis de los cuestionaros que completaron los centros, PISA deduce que en España se cultiva la equidad, la resiliencia y el bienestar de alumnos y profesores, cualidades que resaltó Pilar Alegría y que, dicho sea de paso, contempla el Cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Desgraciadamente no le falta algo de razón a la ministra. Si comparamos con 2015, la caída de puntos de España en la prueba de Matemáticas es muy similar a la del conjunto de los países miembros de la OCDE, cuyo promedio ha pasado de 490 a 472. Además, en 2022, nuestros resultados en matemáticas no fueron peores que los de Alemania (475), Francia (474), Portugal (472) o Italia (471) mientras que en las evaluaciones anteriores quedábamos claramente situados en un furgón de cola con la sola compañía de Italia y Grecia (esta vez Grecia se ha hundido con una puntuación de 430). Incluso Finlandia, que estaba situada entre los mejores países del mundo, ha bajado de forma notable, de 511 puntos que obtuvo en la prueba de matemáticas de 2015 a 484 en esta última de 2022. Ya no es Finlandia el país modelo de educación que hasta ahora había sido.

La explicación que se ha dado de que el empeoramiento del conjunto europeo es debido a la pérdida de un curso escolar a causa del coronavirus, no se sostiene muy bien cuando del desastre se han librado los países asiáticos, que también sufrieron la pandemia. Seis de ese continente se han clasificado entre los diez primeros y casi todos ellos mejorando sus resultados. Entre ellos, Singapur se confirma como el país con la mejor enseñanza de matemáticas del mundo. Con una puntuación de 575, mejor que la que obtuvo en 2015, se coloca una vez más en cabeza del ranking, muy por encima del resto.

Los resultados de Francia son muy sorprendentes. Un país que ha tenido grandes matemáticos está presenciando cómo, poco a poco, va decayendo el nivel de conocimiento de esta disciplina. Una buena demostración de esa decadencia la han tenido a principios de este curso escolar. Y es que, para conocer el estado real de los conocimientos matemáticos de los alumnos al terminar la Primaria, el Ministerio de Educación Nacional se atrevió a someter a todos los alumnos que empezaban la Secundaria (allí empieza a los once años) a una prueba, en la que se les preguntaba "¿cuántos cuartos de hora hay en 3/4 de hora?"; y sólo la mitad de los niños había conseguido responder bien a la pregunta.

España va mal y Francia no va mejor, pero al contrario que Pilar Alegría, el ministro de educación francés, Gabriel Attal, ha mostrado inmediatamente una gran preocupación porque a los resultados de su prueba de septiembre se unen ahora los de PISA. Y ha comparecido inmediatamente para anunciar que no permitirá que los prejuicios pedagógicos y la ideología igualitaria impidan retomar algunos de los métodos tradicionales de enseñanza que en su día dieron buenos resultados, como las calificaciones numéricas, las repeticiones de curso, los exámenes o los grupos por nivel de conocimientos.

PISA, que debería tener por objetivo mostrar al mundo cuáles son los modelos educativos que funcionan, hace tiempo que nos indica que la exigencia, la disciplina, la formación académica de los profesores, la autonomía de los centros escolares, los controles externos del aprendizaje son cosas que mejoran los resultados de la enseñanza. Si España no toma nota es porque existen unos prejuicios ideológicos que lo impiden.

En España hay una gran diferencia entre unas comunidades autónomas y otras y esto se puede observar desde que en PISA se ofrece la clasificación también por regiones. ¿Por qué no se estudia a fondo qué es lo que puede estar ocasionando esas diferencias?

Por mi parte, en lo que se refiere a la Comunidad de Madrid, conozco de primera mano el efecto positivo que tuvo la implantación en 2005 de una prueba que se llamó de Conocimientos y Destrezas Indispensables (CDI), al final de la Primaria (12 años). Aquella prueba constaba de tres partes: dictado y comprensión lectora, matemáticas y cultura general. En la parte de matemáticas, el primer año se propuso a los niños el siguiente problema: "Pedro ha tardado hoy 35 minutos en llegar al colegio. Si salió de su casa a las nueve menos cuarto. ¿A qué hora llegó?". Sólo el 55,4% de los escolares respondió correctamente. Ese tipo de problema se utilizó como anclaje de la prueba y todos los años se proponía algo similar complicándolo siempre un poco más. En 2013, el problema propuesto decía: "Ana ha salido de casa a las nueve y cuarto para coger un tren que sale de la estación a las 10 h 25 min. En el trayecto de su casa a la estación ha empleado 45 minutos. Cuando Ana llegó a la estación ¿cuánto tiempo faltaba para que saliera el tren?". Esta vez el 83% respondió correctamente.

Aquello es una demostración indiscutible de que la celebración de una prueba externa constituye un acicate y un estímulo para profesores y alumnos a la hora de adquirir conocimientos. Con ello se mejoran los resultados de todos los alumnos lo que repercute en una mayor igualdad de oportunidades.

Claro que con la nueva Ley de Educación no podrán las Comunidades Autónomas realizar pruebas de este tipo al final de la enseñanza primaria ni al final de la E.S.O. El estado se reserva la competencia de hacer evaluaciones de diagnóstico al final de las etapas. Evaluaciones que serán muestrales y anónimas y que, por tanto, no servirán para estimular a los alumnos.

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