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Pedro de Tena

La indignación estratégica: el ascensor de Bukele en El Salvador

Milei ganó por abanderar la seguridad económica y Bukele por liderar la seguridad física sin la cual la libertad y la democracia son imposibles.

Milei ganó por abanderar la seguridad económica y Bukele por liderar la seguridad física sin la cual la libertad y la democracia son imposibles.
El nuevo presidente de El Salvador, Nayib Bukele. | EFE

Es llamativa la calificación: indignación estratégica, que algunos completan con la variante "estrategia de la indignación". Esto es, el camino anteriormente ensayado, alternancia fáctica de los dos partidos oficialistas del "sistema", ha fracasado provocando la indignación ciudadana en El Salvador. Otra cosa es que alguna fuerza política emergente pudiera encauzar esa musculatura popular y convertirla en energía electoral.

Parecía imposible, como lo parecía en Argentina. Pero las elecciones de este 4 de febrero de 2024 en El Salvador, lo han confirmado. La "indignación estratégica" ha reafirmado la posición política de Nayib Armando[i] Bukele y su partido-movimiento Nuevas Ideas. Político, empresario y líder popularísimo en las redes sociales "indignadas", logró ser presidente de la República de El Salvador el 1 de junio de 2019, superando a los dos partidos tradicionales, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y Arena, Alianza Republicana Nacionalista, izquierda y derecha oficiales respectivamente, cobijo pactado de los enemigos brutales de la guerra civil.

Aunque se sembraron dudas acerca de la dimensión real de su victoria electoral y se esté a la espera de un recuento físico de los votos[ii] a causa de un presunto fallo del sistema informático que cuenta las actas, Nayib Bukele se proclamó el pasado domingo vencedor de las elecciones generales de El Salvador[iii]. Según sus datos, obtuvo un ¡87 por ciento de los votos! "el récord de toda la historia democrática del mundo", según dijo él mismo. Traducido a escaños, 58 de los 60 posibles. Una supermayoría absolutísima, si el recuento voto a voto, lo confirma. Ningún observador internacional ha denunciado hechos inadecuados en campaña o en la jornada electoral.

Sobre Bukele, de 42 años, que logró ser presidente de El Salvador a los 37, ya se han escrito varios libros. Algunos de ellos tienen por finalidad la transmutación mitológica del personaje. Ser nieto de una árabe cristiana nacida en Belén, muy cerca del Portal cristiano, y de un musulmán, o ser hijo de un imán, Armando Bukele[iv], ya es de nota. Pero admitir que aun no siendo de práctica religiosa, "acepto a Cristo en mi corazón", señala un camino.

Como es natural, se ha escrito en su favor y en su contra. Todos tienen que resaltar su meteórico ascenso político. Autodidacta sin estudios universitarios pero rico de familia, empresario y experto en consultorías de publicidad y comunicación, Bukele perteneció al FMLN filocomunista con el que llegó a ser alcalde de Nuevo Cuscatlán el 11 de marzo de 2012. Luego logró la alcaldía de San Salvador el 1 de marzo de 2015, logrando un reconocimiento público muy destacado. Pero el Frente izquierdista lo expulsó en 2017 de malas maneras con acusaciones varias.

Cuenta Evan Alfrey, en su Biografía de Nayib Bukele 2023: El dinero alcanza cuando nadie roba, que "en 2018, fundó su propio partido político llamado Nuevas Ideas. Candidato presidencial con Cambio Democrático (CD), un partido de centroizquierda, en 2019... tuvo que unirse a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), un partido de centroderecha, y resultó elegido como presidente sin necesidad de una segunda vuelta electoral. Esta victoria marcó un hito, ya que se convirtió en el primer presidente, desde el fin de la guerra civil, que no pertenece a ninguno de los dos principales partidos políticos (ARENA o FMLN) que han gobernado el país desde 1989".

Tras la vuelta a la democracia en El Salvador en 1992, tras una cruenta guerra civil, el bipartidismo pactado entre derechas e izquierdas fue arrasado por Bukele en 2019. La mayoría absoluta obtenida entonces le permitió gobernar desde 2021 sin dependencias hacia ninguno de los partidos clásicos e incluso rehaciendo el Poder Judicial, algo denunciado por sus controladores, apelando a la decencia y la eficacia como ejes de su tarea. El paisaje es parecido al recorrido por Javier Milei del que le aleja la ideología liberal inequívoca del argentino para abrazar un pragmatismo descarnado. Por si fuera poco, sorteó con éxito el impacto de la pandemia de Covid-19.

El Salvador no es un gigante como Argentina. Al contrario, con una extensión menor que la provincia de Badajoz y con menos de 7 millones de habitantes, el pequeño estado centroamericano está rodeado por Guatemala, Nicaragua y Honduras y muy influido geopolíticamente por México. El analista oficialista George Friedman, en su exitoso y discutido libro Los próximos cien años(2009), sitúa a México con Estados Unidos, a la cabeza del mundo en el futuro, por encima de China, Rusia, India y Brasil.

El Salvador, el "Pulgarcito de América", no era muy conocido hasta que Bukele, desde su presidencia, oficializó el bitcoin como moneda de curso legal y emprendió su lucha titánica contras las Maras, los grupos de pandilleros que han llegado a sumar 100.000 miembros en algunos años. Estados dentro del Estado, terror de las clases medias y populares a las que extorsionaban y asesinaban, fueron embravecidos por las cesiones secretas del gobierno de izquierdas del FMLN de Mauricio Funes para aplacar sus matanzas, como hizo antes el conservador Arena.

En el reciente libro de Geovani Galeas, uno de los más importantes apoyos personales de Bukele, Nayib Bukele: La indignación estratégica, concepto que hemos adoptado como título para este artículo, dice con toda claridad: "El general Munguía Payés, ministro de Defensa (del gobierno de Funes), había hecho en secreto un pacto perverso con los jefes de las pandillas criminales dándoles dinero y enormes beneficios de todo tipo, a cambio de que redujeran los homicidios, cuyo índice ya había colocado al país como uno de los países más violentos y peligrosos del mundo". Algo de ello sabemos en España desde 2004.

Y añade: "Se trataba de una tregua entre la fuerza del Estado y las pandillas. Esa tregua, como era lógico, no solo se volvió altamente impopular sino que, lo más grave, fortaleció y consolidó el poder de los criminales en los territorios, que quedaron prácticamente bajo su control. Los medios periodísticos denunciaron el pacto y poco a poco fueron revelando sus entretelones de corrupción".

Antes de pasar a tratar de resumir cuál es el pensamiento y la estrategia de Bukele, anticipemos algunas críticas muy duras a su proyecto. Curiosamente, estas críticas procedieron primero de la prensa "progresista", sobre todo The New York Times y El País, periódico al que se ha referido expresamente el propio mandatario salvadoreño, del bipartidismo perdedor e incluso de algunos liberales.

Lo acusan de legislar tuiteando, de haber amenazado con cárcel a quienes no respetaran la cuarentena en la pandemia, de haber intimidado a fiscales, de acabar con los usos democráticos y los derechos humanos de los delincuentes, de atacar informáticamente a la prensa hostil... Pudo leerse en NYT en 2020, a poco de haber sido elegido presidente:

La crisis y la cuarentena pasarán y cada quien, desde su posición, debe pensar a qué mundo quiere salir: uno donde en lugar de presidente hay monarca o un mundo donde uno no tenga que estar pendiente de un tuit para saber si sigue viviendo en una república o no.

Bukele se ha exhibido en todo su esplendor como un hombre autoritario, dispuesto a saltarse las reglas más básicas de la república.

El camino hasta aquí ha incluido las urnas. Bukele arrasó en las presidenciales de 2019 y desbarató a los demás partidos en las legislativas de 2021. Llegó al poder por la vía democrática, pero lo ha ocupado para concentrar más poder por la vía autoritaria.

En solo 11 días, han salido a la luz detalles de su negociación secreta con las tres pandillas; ha utilizado a la Asamblea Legislativa, que controla, para reformar leyes y purgar a un tercio de los jueces del país, allanando el camino para nombrar a jueces leales a él.

En El País, se leía en 2023: "El presidente de El Salvador ha pasado de presentarse como un tecnócrata capaz de aliviar los sufrimientos de su país a un mandatario autoritario, que desprecia las leyes y los derechos humanos".

Y días atrás: "Los investigadores y fiscalizadores del Gobierno se quejan de que han tenido problemas para auditar las cuentas del Estado. El Gobierno de Bukele ha fomentado la opacidad". O: "No ha elaborado un programa electoral para estas presidenciales ni ha hecho campaña por las ciudades del país que ayude a intuir cuáles son sus objetivos en los próximos cinco años. Considera que son métodos anticuados, de la vieja política. En cambio, utiliza su teléfono y una camarilla de youtubers latinoamericanos y españoles para lanzar sus mensajes".

Su propio amigo Galeas relaciona las acusaciones de las que fue objeto: "Uno tras otro le habían abierto juicios penales y civiles, acusándolo de terrorista cibernético, maltratador de mujeres, evasor de impuestos, corrupto, calumniador, nepotista, fundamentalista islámico y drogadicto".

La vía Bukele para el gobierno de El Salvador

Frente al bipartidismo corrupto e ineficaz de las derechas y las izquierdas, desde su elección como alcalde de Nuevo Cuscatlán, de apenas nueve mil habitantes y feudo tradicional de la derecha, dejó clara una impronta. Podrá considerarse caudillismo o populismo, pero logró salud gratis para todos los vecinos, agua potable el pueblo contra su propio partido, el FMLN, becas para los estudiantes con buenas calificaciones, diversas ayudas para adultos. Y, subrayamos, no cobraba sueldo alguno ni usaba medios públicos, ni coche oficial. Su lema vertebral: contra la pobreza y la delincuencia. Luego apuntaló su imagen desde la alcaldía de la capital, San Salvador, con medidas igualmente llamativas.

Para comprender la vía Bukele hay que recurrir al libro de Geovani Galeas. El prólogo del experto demoscópico mexicano y amigo de ambos, Roy Campos, da algunas claves de su éxito electoral sin precedentes. Tomamos de él algunas y añadimos otras:

  1. Es un autodidacta no contaminado por recetas prefabricadas, bien por las versiones extremas del liberalismo bien por el marxismo-leninismo.
  2. Es un "nativo digital", en palabras de Marc Prensky que acuñó la expresión en 2001, esto es, un sujeto que ha crecido con la red y el progreso tecnológico. Usa con destreza todo tipo de dispositivos digitales, se informa, se relaciona y aprende y se entretiene con ellos, se acostumbra a la información veloz, a las multitareas y al disfrute de todo ello que incluso puede permitirle ganarse la vida. El "inmigrante digital" es, por el contrario, quien no es nativo, sino que ha llegado a ello desde un pasado "predigital".
  3. Es un "efectivista": de palabras ya está harta la gente. Se trata de obtener resultados dejando a un lado la obsesión desaceleradora por los procedimientos. Los proyectos deben primar sobre las ideologías.
  4. Es un catalizador capaz de convertir en votos efectivos la indignación estratégica de los votantes (muy especialmente de los millenials, nacidos entre 1980 y 1996) hacia el sistema democrático penetrado y falseado por partidos corruptos e ineficaces.
  5. El método preferido para llegar al votante es el emocional alma a alma de las redes sociales, muy por encima de los medios de comunicación tradicionales ("de los medios de masa a la masa de medios", dice Galeas). Precisamente dedica su libro a un famoso youtuber Porfirio Chica, al que acusan de pertenecer a La Red, un grupo de opinadores muy eficaz y coordinado que alaba sistemáticamente a Bukele y ataca a sus críticos.
  6. Prevención del virus partidista que conduce de la inteligencia a la incompetencia por mecanismos ideológicos (comunismo atado a la persistencia de la pobreza o liberalismo atado a principios antes que a la realidad) o por jerárquicas burocracias endogámicas donde ascienden los afines, no los mejores.
  7. Cierto nacionalismo regeneracionista evidente en sus intervenciones públicas.

¿Hay una ideología vertebradora verificable en el proyecto de Nayib Bukele? Oficialmente, Nuevas Ideas "es un partido político democrático, descentralizado, plural, inclusivo, sin ideologías obsoletas sino de vanguardia en la lucha por el reconocimiento de todos los derechos para todos los ciudadanos, sin exclusiones ni privilegios".

El Salvador libre quiere decir "libre de pobreza, dependencia, exclusión, miedo, violencia y cualquier otra forma de dominación contraria a la democracia" y también "diversidad de pensamiento, una sociedad de respeto, que garantice la dignidad humana y en la que todos los ciudadanos tengan la libertad de opinar, ejercer sus derechos religiosos, políticos y sociales sin ninguna distinción ni discriminación por razón de creencias, género, edad, origen o raza".

"Creemos en una economía social y de libre mercado. Estamos convencidos de que el uso eficiente de los recursos de la nación, la modernización del Estado, la innovación, el trabajo productivo y el emprendimiento son los mejores instrumentos de inclusión y transformación para alcanzar el desarrollo sostenible, el bienestar general y el progreso de cada salvadoreño para una vida digna".

Añadamos que afirma que "la actividad política es un compromiso moral y ético para la promoción y defensa de los derechos de los salvadoreños, la participación ciudadana, la formación permanente, el liderazgo responsable y la lucha social de base mediante líderes organizados para responder activa y eficientemente a las exigencias que imponen los constantes cambios en la sociedad". Y no hay mucho más elaborado.

Tras ganar las elecciones de 2019, puso en marcha, esencialmente, un plan de seguridad nacional para acabar con el terrorismo de los pandilleros que había hecho de El Salvador el país con la criminalidad más alta del mundo. Construyó una cárcel gigante, para decenas de miles de delincuentes, y aprovechó la posibilidad democrática de la declaración de situaciones de excepcionalidad. Hoy por hoy, la tasa de asesinatos en su país es de las más bajas de América. ¿Qué habría pasado en España si los estados de excepción y otros mecanismos previstos en el artículo 116 de la Constitución se hubieran aplicado contra ETA y/o contra los golpes de Estado?

Se le acusó de aprovechar su presidencia para cambiar las reglas de juego electorales. Y, en efecto, redujo de 84 a 60 los escaños del Congreso y adoptó el sistema D´Hondt para la atribución de diputados. Se le acusa de llevar al declive la democracia y el control del poder judicial.. De desmantelarla, lo acusó el diario español Lo País[v]. El propio Jaime Bayly le ha atribuido centenares de muertos y maltrato a los derechos humanos (de los delincuentes o presuntos delincuentes), a lo que responde Bukele que la defensa de los derechos humanos de la gente honrada asesinada por las maras nunca fueron defendidos por nadie.

Otros le censuran por fomentar el culto a la personalidad, de estar dando pasos para el establecimiento de una tiranía, de no aclararse sobre la alianza con Estados Unidos o China, de erratismo ideológico al margen de las clásicas derechas e izquierdas o de oportunismo político (puede elogiar a Trump y a Xi Jin Ping o Erdogan mientras se ha mostrado firme frente a las presiones del Grupo de Puebla, desde Maduro a Petro que, escandalosamente, no son acusados de desmantelar las democracias de sus países por el zurderío europeo y americano).

Se le imputa por haberse pasado al conservadurismo moral desde un inicial liberalismo de amplio espectro, o dicho de otro modo, de haberse echado en manos de las Iglesias católica y evangélica. A pesar de defender la libre empresa y el mercado, se subraya su intervencionismo estatal en casos puntuales, su desprecio a los intelectuales y su opción por el pragmatismo efectista. Todo esto, antes de su gigantesca victoria del día 4.

Su operación de aglutinar a los ciudadanos sufrientes de indignación estratégica –indignación existente y usurpada en la España de 2011 por el neocomunismo bolivariano de Podemos—, ha tenido un éxito extraordinario al vincularla al sentimiento de inseguridad nacional y al rechazo del bipartidismo corrupto.

Milei aglutinó en Argentina a los indignados económicos y políticos. Ninguno de los dos obedecía a las castas políticas dominantes. Ambos desarrollaron movimientos antes que partidos. Ambos dominan las redes sociales. Ambos pretenden reformar radicalmente sus países y ambos hablan español. Milei ganó por abanderar la seguridad económica y Bukele por liderar la seguridad física sin la cual la libertad y la democracia son imposibles. Queda pendiente ver cómo afrontan el respeto a la libertad y el desarrollo y contrapeso de los poderes institucionales de la democracia.

La vieja Europa formalmente democrática y aún mayormente bipartidista pero anquilosada, ineficaz, insegura ante muchos de sus enemigos, corrupta e intervencionista debería tomar nota. La España cada vez más indignada con el gobierno Sánchez ya la estará tomando. Algo se mueve en el Occidente que habla español.


[i] En el libro de Balmore Zolivar, Nayib, los orígenes del niño que se volvió leyenda, se le llama también "Almando" para subrayar sus dotes de dirección.

[ii] "Paquetes" se llama a las urnas en El Salvador

[iii] El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha cifrado ya este jueves 8 en más de 2,6 millones los votos destinados al presidente, Nayib Bukele, con el 96 por ciento de las actas escrutadas. 13 veces menos votos ha obtenido el segundo partido, FMLM y 15 veces menos Arena.

[iv] Armando Bukele, imán, empresario e intelectual polifacético (hasta escribió un libro de Física), publicó El ABC del Islam, primero de una serie, donde expresa: "Hoy nos toca a nosotros, los hispanoamericanos, predicar el Islam en estas tierras de habla española, que nosotros conocemos y amamos, y que es el último reducto que queda para que el Islam crezca y se propague en todos los rincones del planeta." Murió en 2015 pero su influencia moral es considerada importante, sobre todo en su hijo.

[v] Así lo llamó Bukele.

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