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Santiago Navajas

¡Feliz cumpleaños, Immanuel Kant!

Kant llevaría a cabo la revolución más duradera de todas, poniendo todo el orbe astronómico y todo el orden político, religioso y ético a girar alrededor de la razón.

Kant llevaría a cabo la revolución más duradera de todas, poniendo todo el orbe astronómico y todo el orden político, religioso y ético a girar alrededor de la razón.
Immanuel Kant | Wikipedia

Del gran número de textos fundamentales que se pueden leer en un curso sobre Filosofía (República de Platón, Meditaciones de Descartes, Anticristo de Nietzsche, Summa de Santo Tomás, etc.) creo que hay uno que estaría en todas las listas: ¿Qué es la Ilustración? de Immanuel Kant. En todas las listas de países que sean sociedades abiertas, democráticas y liberales, claro está, porque en aquellos países donde impere el poder injusto, arbitrario o simplemente antiliberal, las pocas páginas del texto del filósofo alemán pasarán al primer lugar en su lista negra de obras que hay que prohibir, ocultar y, en última instancia, quemar. Kant era la persona más calmada del mundo, pero su filosofía tiene un punto de radical, revolucionaria y, por qué no decirlo, luciferina. El lema de Satán, Non serviam (No serviré), tiene un aire de familia con el de Kant, Sapere aude (Ten el coraje de pensar por ti mismo).

Es por esta razón que en su novela El maestro y Margarita, el escritor ruso Mijaíl Bulgákov sitúe a Kant en el infierno desayunando todos los días con su Satánica Majestad Lucifer. ¿Qué podrían tener en común el Príncipe de las Tinieblas con el Filósofo de las Luces? Hay que tener en cuenta el contexto de Kant, la Alemania dominada por Federico II, un rey con pretensiones culturales y talante tolerante, pero que, al fin y al cabo, era un monarca absoluto. Su apodo, el Grande, no era por casualidad y estaba a la par de Carlos III en España y Catalina la también Grande en Rusia. Bajo su apariencia de apocado y cerebral profesor de provincias latía un corazón indomable y ardiente que solo se permitió un día un ligero retraso en su paseo matinal que aprovechaban los ciudadanos de Königsberg para poner en hora sus relojes: se había enterado del estallido de la Revolución Francesa.

Si Copérnico había dado un giro al sistema astronómico y Robespierre guillotinaría las esperanzas de los defensores del Antiguo Régimen, Kant llevaría a cabo la revolución más duradera de todas, poniendo todo el orbe astronómico y todo el orden político, religioso y ético a girar alrededor de la razón. Sustituyan en uno de sus libros La religión dentro de la razón natural la palabra "religión" por cualquier cosa y encontrarán el motivo para situar a Kant alternando con Satán. Si hasta entonces la Tierra había sido el centro alrededor del cual giraban el resto de cuerpos astronómicos y Dios el epicentro de la vida intelectual, a partir de Copérnico, Robespierre y Kant fueron el sol, la democracia y la razón las que pasaron a ocupar el centro del escenario científico, social y filosófico. Un siglo después dirá Nietzsche que Dios ha muerto, pero fue Kant el que le dio el golpe de gracia algo después de que fuese Descartes el que diese la primera puñalada al César de la teología.

Su ciudad natal era entonces prusiana, pero ahora es rusa, un pequeño enclave colonizado por la URSS tras la Segunda Guerra Mundial entre Polonia y Lituania. De vez en cuando, algún descerebrado vandaliza la casa de Kant cada vez más en ruina, Putin debe detestar a alguien que escribió La paz perpetua, o arroja pintura sobre su estatua como protesta por la propuesta de darle su nombre al aeropuerto (finalmente el aeropuerto se llama Isabel, por una zarina, al menos ilustrada). Un vicealmirante ruso tildó al filósofo alemán de traidor a Rusia, lo que haría sonreír al autor de Idea para una historia universal en clave cosmopolita.

Kant llevó a la Modernidad filosófica a su formulación más perfecta. Empezó siendo un racionalista estricto, pero la lectura del empirista Hume le llevó a matizar las radicales tesis de Descartes, que defendía que el sujeto construye la realidad, siendo esta una mera proyección de las ideas subjetivas trascendentales. Kant otorgó a la experiencia sensorial un mínimo pero fundamental papel en el conocimiento, al ser la que despierta la estructura conceptual además de proporcionarle contenido. Su obra teórica fundamental, la Crítica de la Razón Pura, defiende que los conceptos sin experiencias sensoriales están vacíos, al tiempo que la experiencia sin teoría está ciega. Sin embargo, Kant no conseguía vincular lo sensorial con el mundo físico, de modo que su sujeto puro seguía flotando en el éter del solipsismo, lo que daría lugar al ejército de filósofos alemanes ininteligibles transformados en idealistas absolutos.

El abismo que se abre entre el sujeto que conoce y el mundo físico, también se abre en la filosofía kantiana entre el sujeto que actúa y el hombre de carne y hueso. Sus reglas éticas, los imperativos categóricos, funcionan entre vulcanianos de Star Trek, seres estrictamente racionales sin atisbo de sesgos cognitivos y sentimentales, pero no para humanos, demasiado humanos. Kant no era un optimista antropológico, pensaba que del fuste torcido de la humanidad no era posible hacer nada realmente bueno, por lo que ideó un espectro ético más allá del bien y del mal. En la Ilustración vale más la pena fiarse de alguien como Adam Smith, que en su Teoría de los sentimientos morales parte de la naturaleza biológica moral humana para elevarla, sin destruirla, a la cultura ético-política civilizada. Si en la Crítica de la Razón Pura seguía siendo demasiado racionalista, en la Crítica de la Razón Práctica resultaba demasiado puritano.

Kant sabía que su época no era ilustrada, pero sí de Ilustración. 300 años después seguimos sin ser ilustrados, y tras un breve paréntesis, entre 1989 y 2008, volvemos a las andanadas contra la racionalidad limitada y la democracia liberal por parte de todos los enemigos de la Ilustración, de los reaccionarios nostálgicos de un orden tribal a los posmodernos que han asaltado las universidades imponiendo la corrección política y el oscurantismo académico. Nada, por otro lado, a lo que no se hubiese enfrentado el mismísimo Kant, que nos advertía en la Crítica de la Razón Pura:

Su dominio, bajo la administración de los dogmáticos, empezó siendo despótico. Pero, dado que la legislación llevaba todavía la huella de la antigua barbarie, tal dominio fue progresivamente degenerando, a consecuencia de guerras intestinas, en una completa anarquía; los escépticos, especie de nómadas que aborrecen todo asentamiento duradero, destruían de vez en cuando la unión social. Afortunadamente, su número era reducido.

Su número en nuestros días, desafortunadamente, no solo no es reducido sino que es hegemónico. No solo entre los enemigos declarados de las democracias liberales, sino también entre los conservadores y socialistas que bajo su ala deterioran los principios de la autonomía personal y la reflexión fundamentada que son los sellos de la ciencia moderna y las democracias liberales.

Por supuesto, cometió errores mayúsculos. Pero, a diferencia de los dogmáticos despóticos y los escépticos pasotas, Kant habría aplaudido que le lleváramos la contraria y rectificásemos sus meteduras de pata. Por ejemplo, en su obra Antropología en sentido pragmático afirmaba lo que hoy sabemos que es falso y lleva a una barbaridad:

El hecho de que el hombre pueda tener una representación de su yo lo realza infinitamente por encima de todos los demás seres que viven sobre la tierra. Gracias a ello es el hombre una persona, y por virtud de la unidad de la conciencia, en medio de todos los cambios que puedan afectarle, es una y la misma persona, esto es, un ser totalmente distinto, por su rango y dignidad, de las cosas, como son los animales irracionales, con los que se puede hacer y deshacer a su capricho.

Sabemos hoy que no solo el hombre tiene una representación del yo (véase grandes simios, con seguridad, delfines, orcas, elefantes, posiblemente) y, en cualquier caso, no consideramos a los animales como meras cosas porque no son irracionales y, además, tienen emociones. De todo ello se sigue que no podemos hacer con ellos nuestro capricho, sino que es nuestro deber como seres racionales tratarlos de una manera respetuosa procurando su bienestar dentro de nuestras posibilidades. Pero, de nuevo, Kant nos enseña que el bienestarismo animal no debe conducirnos ni al dogmatismo, animalistas veganos, ni al pasotismo cruel respecto a los animales.

Más en general, Kant es la consumación del modelo subjetivista de la Modernidad que empezó con Descartes y llegó con Hegel a su delirio racionalista más radical. Lo que en el orden de la praxis condujo a los infiernos totalitarios que comenzaron con Robespierre, alcanzaron su formulación teórica con Marx y culminaron con la tríada marxista tenebrosa, Lenin-Stalin-Mao. El giro naturalista de la mejor filosofía contemporánea, con Daniel Dennett por ejemplo, vuelve a poner el foco en la naturaleza y no en el sujeto, ya que este había sido un callejón sin salida, puesto que no hay modo de salir, sin trampa argumental (véase la demostración teológica de San Anselmo que usó Descartes para probar la existencia de Dios), del solipsismo, esa creencia metafísica de que todo conocimiento es una emanación del yo subjetivo. Podríamos sustituir en el libro del neurólogo El error de Descartes el nombre del filósofo francés por el del alemán.

Kant nació el 22 de abril de 1724. 300 años debemos no solo conmemorar sino celebrar la efeméride. Después debemos felicitarnos a nosotros mismos por tener un filósofo a la altura de Platón y Marx pero que en lugar de ser un enemigo de la sociedad abierta nos sigue alumbrando con su pensamiento abstracto y su práctica diaria en lo que Bertrand Russell sintetizó como las características de cualquier persona que ame la libertad, la igualdad y la humanidad concreta del prójimo:

Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad.

Atrévase, amable lector, a hacerle caso a Kant y Russell: piense por sí mismo, ame a los demás y luche por un mundo mejor. El resto se dará como por añadidura.

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