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Agapito Maestre

El poder corrompe

Nadie podrá a estudiar con seriedad la corrupción, la mordida mexicana, sin contar con este texto, que trasciende la circunstancia mexicana.

Nadie podrá a estudiar con seriedad la corrupción, la mordida mexicana, sin contar con este texto, que trasciende la circunstancia mexicana.
Portada de 'El poder corrompe', de Gabriel Zaid | Debate

El nuevo libro de Gabriel Zaid, el mejor ensayista mexicano de nuestra época, integra ensayos escritos entre 1978 y 2019. Todos los capítulos de El poder corrompe (Debate, México, 2019) fueron reescritos, "aunque dejando referencias a circunstancias que han cambiado". Aquí reescritura no significa cambiar u ocultar ideas y argumentos, sino releer lo escrito para corregir formalidades, repensar lo pensado y matizar, e incluso cuestionar, los resultados alcanzados en un tiempo pasado para aquí y ahora. Para Zaid, pensar, sí, es ensayar. Sabio es Zaid porque nos enseña a pensar con ironía sobre sus propios progresos. Sabiduría transmite quien muestra con elegancia que más importante que las conclusiones del pensar, el precipitado de la reflexión, es el impulso, o mejor, mantenerse alerta para seguir pensando.

Gracias a esa tensión, a esa voluntad por seguir ensayando o contrastando lo pensado con las nuevas experiencias que nos ofrece lo real, quien lea el libro del principio al final comprobará que la argumentación de Zaid sobre cuáles son las vías para atajar la corrupción en México, principal seña de identidad de este país desde su independencia de España, va cambiando a lo largo de la obra. Podemos casi tocar los progresos, los adelantos y las mejoras tanto del analista como de lo analizado. En verdad, el cambio es un avance, un perfeccionamiento, en el estudio de la corrupción. Este libro representa toda una mejora, un tránsito feliz, un hito para pasar de la dexiología popular, la opinión del pueblo sobre la mordida (en griego mordida se dice dexis) o corrupción, a la construcción de una dexiología científica, o sea, una teoría sobre la corrupción que incluya no sólo el diagnóstico sino el pronóstico para acabar con ella. La propia obra de Zaid, insisto, sería una prueba de ese progreso de la sociedad mexicana. Nadie, pues, a partir de ahora podrá a estudiar con seriedad la corrupción, la mordida mexicana, sin contar con este texto, que trasciende la circunstancia mexicana.

El escéptico radical del comienzo del libro es superado por el estudioso concienzudo de las grandes mediaciones, llámense iniciativas ciudadanas, presión de la prensa o perfeccionamiento de la ley, que harían posible la superación de la corrupción en México. Del escepticismo de los primeros capítulos, en los que casi se hace coincidir a la sociedad y a los señores del poder en la opinión de que no hay otra solución mejor que la mordida, la corrupción, para que México sobreviva, se pasa a reconocer, es decir, a estudiar y meditar, los grandes cambios que ha habido en esta sociedad para no caer en el derrotismo idiota de quienes tratan de identificar la corrupción con el carácter nacional del mexicano, o peor, hacen derivar la corrupción de la pobreza. El libro es, sin duda alguna, un grandioso ensayo para mostrar los avances, los progresos y, por supuesto, los dramáticos costes en vida y haciendas de la sociedad mexicana para atajar la corrupción. Zaid muestra con tanta precisión poética como conocimiento de ingeniero de la vida cotidiana que la emergencia y desarrollo de una sociedad civil capaz de enfrentarse a la corrupción de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial ha habido que pagarla con vidas humanas. La lucha por vivir con dignidad siempre tiene un alto precio. El coraje civil de los denunciantes de la corrupción a veces se ha pagado con la muerte:

Los ciudadanos que, en sus ratos libres, se enfrentan a pillos de tiempo completo son desviados a buzones oficiales que canalizan las denuncias hacia la nada, o peor aún: la represalia (…) Denunciar se topa con una realidad aplastante: o no pasa nada o te pasa a ti, para que aprendas.

No todo está perdido. Por el contrario, la solución de la corrupción, que fue el sistema político mexicano del porfiriato y del PRI, y que antes era aceptado por la sociedad, se volvió inaceptable. "La sociedad ha pasado de tener mayor conciencia pública a tener mayor intervención con diversas iniciativas. Se ha topado con una resistencia feroz o disimulada, pero sigue avanzando. Por primera vez en la historia, la sociedad mexicana es más moderna que sus gobiernos". He ahí la almendra, la quintaesencia, de una meditación comprensiva sobre la corrupción, que si ayer fue clave, solución histórica, del sistema político de México, después de la Independencia y la Revolución, hoy es inviable porque la sociedad, o al menos la parte más desarrollada y cívica de esa sociedad, no se reconoce en esa práctica social. Éste es el gran cambio de México que Zaid estudia con brillantez y brevedad. Algunas páginas de este libro son inmejorables para conocer la historia política reciente de México. Son la síntesis, la destilación poética, de algunos de los libros del analista político más avezado de México.

Sí, aparte de la reflexión, genuina filosofía de la historia de México, sobre los más importantes cambios operados en el sistema político mexicano desde el porfiriato hasta hoy, que ha traído sus pros y contras, por ejemplo, "la destrucción del centralismo en los últimos sexenios ha sido buena para la democracia, pero desperdigó el poder delincuente, ya sin control presidencial", Zaid crítica los límites a la hora de analizar la corrupción asociándola únicamente al problema social de la inseguridad, porque mientras que la corrupción ha sido permanente, la inseguridad es intermitente. El hilo subterráneo que mantiene todo el libro es fácil de expresar: sin comprender, entender y analizar concienzudamente la mordida mexicana es imposible superarla; por eso, precisamente, matiza argumentos, refina conceptos, traza mapas de la corrupción, ofrece programas y técnicas para organizar la denuncia contra la corrupción y, en fin, busca pruebas que nos permitan encarar con cierto optimismo esta lacra del poder.

La noción de corrupción y sus múltiples manifestaciones, así como sus formas de estudiarla, va creciendo de tal modo en sabiduría y perspicacia moral a lo largo de las páginas de este libro, especialmente en su segunda parte, cuando se repara en las medidas concretas para encararla, que consigue transcender el espacio, México, para el que fueron escritas. Las soluciones que aporta este libro para dar al traste con la corrupción y, sobre todo, para superar todos los miedos de quienes creen que es insuperable tienen tanta validez en México como en España. No es, pues, un estudio de la corrupción con una perspectiva mundial, cosmopolita, diría un cursi, para México, sino un tratado, casi un vadémecum, para enfrentar la corrupción en México con validez universal.

La sociedad civil española podría tomar notas clave de esta obra para encarar el primer problema político de España: la corrupción. La primera y fundamental es que "no hay una solución, sino muchas, según las circunstancias y creatividad de cada uno. Pero hay criterios prácticos", por ejemplo, "evitar las metas indefinidas, excesivas o imposibles." He aquí algunas propuestas de Zaid. Empecemos por las negativas, es decir, la instancias que nunca resolverán el problema de la corrupción:

  1. "Ni el poder ejecutivo ni el legislativo ni el judicial han demostrado capacidad de autodepurarse. El combate a la corrupción tiene que ser emprendido por la sociedad desde abajo y desde fuera".
  2. El exceso de legislación y de burocracia adicional, lejos de resolver, crea más corrupción.
  3. Nadie preste confianza a las promesas de los partidos políticos, incluidos los de oposición, para acabar con la corrupción.

Y ahora tres soluciones de corte afirmativo:

  1. La lucha contra la corrupción es liderada por la sociedad civil o terminará en más corrupción. Ejemplo relevante es el de Peter Eigen, que, en 1993, alto funcionario del Banco Mundial, cansado de no poder hacer nada contra la corrupción de los Gobiernos, optó por marcharse y montar una oficinita para crear conciencia. Así nació Transparencia Internacional, un organismo no gubernamental de gran importancia hoy para medir la corrupción en el mundo.
  2. "La publicación de las declaraciones fiscales, patrimoniales y de intereses de todos los candidatos electorales" son iniciativas más que sensatas, realistas, para combatir la mordida.
  3. En fin, las leyes de transparencia , el valor civil de muchos ciudadanos, la prensa independiente, la aparición de algunas tecnologías y, desde luego, la existencia de autoridades honestas nos permite creer que no es algo utópico acabar con la corrupción.

El último capítulo del libro, "iniciativas contra la corrupción", pretende ponderar algunas acciones concretas contra este mal, que dura más de tres milenios, pero en realidad toda la obra es un alegato a favor del mayor bien al que puede aspirar un ser humano: vivir con dignidad es combatir la corrupción. Respetar, en fin, la ley , aunque ésta nunca puede estar por encima de las personas.

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