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Jorge Soley

'Green New Deal'

El 'Green New Deal' queda en un descomunal aumento del gasto público en aras de seguir los dictados de una camarilla de apparátchiks.

El 'Green New Deal' queda en un descomunal aumento del gasto público en aras de seguir los dictados de una camarilla de apparátchiks.
Alexandria Ocasio-Cortez, impulsora del 'Green New Deal' | Twitter: @AOC

Que los demócratas estadounidenses andan desesperados a la búsqueda de alguna bandera que enarbolar y que les de la fuerza suficiente para derrotar a Trump en 2020 es algo evidente. El problema, hasta ahora, es que cada vez que alzan una bandera, esta favorece finalmente al actual inquilino de la Casa Blanca. Las políticas de identidad, que tan buen resultado les habían dado a los demócratas, se han vuelto contraproducentes: si apelan al racismo latente acaban movilizando a los millones de perdedores blancos, el feminismo más radical también ha generado sus propios anticuerpos y las victimas de la ideología de género son cada vez más numerosas. Con estas propuestas, en los Estados Unidos de hoy en día, te aseguras el aplauso de Hollywood... y la derrota en las presidenciales. Por eso no es de extrañar que los demócratas intenten hacer suya una propuesta no identitaria que, en teoría, pueda apelar a todos los estadounidenses.

Así ha nacido el Green New Deal, que retoma el nombre dado a aquellas políticas impulsadas por Franklin D. Roosevelt para sacar a su país de la crisis que supuso la Gran Depresión y que aún mantiene un aura de unidad de todo el país en un esfuerzo común. Eso sí, añadiéndole el "green" ecologista de rigor en tiempos de catastrofismo climático, un añadido que viene a hacer realidad aquello de Marx de que la historia se repite, pero esta vez nos toca el turno de la farsa.

El origen del Green New Deal es la Conferencia sobre Cambio Climático de Cracovia, que ha renovado el tono más apocalíptico: tras años y años de destinar ingentes cantidades de dinero a la causa, parece que no se ha conseguido nada: vamos directos al desastre si no cambiamos radicalmente nuestro modo de vivir y, sobre todo, dedicamos aún más recursos a la miríada de organizaciones y expertos que viven de la lucha contra el cambio del clima. Una llamada de alerta que un Partido Demócrata muy necesitado de banderines de enganche motivadores ha hecho suyo a través de una de sus ultimas estrellas, Alexandria Ocasio Cortez, la congresista más joven, una latina que se declara socialista y que posee en abundancia una de las características más valoradas actualmente en un político: su capacidad para no inmutarse cuando se pone de manifiesto su flagrante ignorancia. Ocasio Cortez es un epítome de nuestros tiempos y demuestra que cualquier pifia se arregla con un par de tweets, una foto con mensaje y a otra cosa, sin mirar atrás ni dar explicaciones.

El Green New Deal tiene pretensiones de ser el programa que una de nuevo al país para superar los retos que la elite demócrata ha decidido que amenazan a Estados Unidos. No es la economía, no es la emigración ilegal, no es el yihadismo: la gran amenaza a la que nos enfrentamos son las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello propone una drástica reducción de los mismos hasta un 60% en 2030 para llegar a emisiones netas cero en 2050 (emisiones netas son la diferencia entre los gases emitidos y los absorbidos). Bonito brindis al sol, dirán algunos, sobretodo porque en ningún momento se explica cómo va a ser esto tecnológicamente posible. Ante las críticas, Ocasio Cortez ha propuesto plantar nuevos bosques (en el país de los bosques y las inmensas reservas naturales). Una propuesta muy bonita, bucólica y romántica, pero escasamente realista.

¿Propone el Green New Deal algo más que plantar bosques? Sí, claro. En primer lugar la tan manida sustitución de fuentes energéticas para abandonar las fuentes fósiles y apostar por las renovables. Nada de petróleo ni de gas, y de la nuclear ni hablar, así que nos quedan la eólica y la solar. Ocasio Cortez no se corta y propone que el 100% de la energía en los Estados Unidos provenga de estas dos fuentes. Que su capacidad de producción sea mucho más limitada y que la energía proveniente de estas dos fuentes sea mucho más cara no parece importarle: lo arreglaremos a base de subsidios públicos, esto es, drenar más las arcas públicas que se alimentan de los impuestos a una economía que con estas políticas energéticas perdería competitividad. O sea, aumentar el gasto público al tiempo que subes la presión fiscal a una economía menos eficiente. ¿Qué puede salir mal?

Otro de los grandes pilares del Green New Deal es la sustitución, dentro de los Estados Unidos, del transporte aéreo y por carretera por el ferroviario. Esto se conseguiría con una inversión faraónica en trenes de alta velocidad y la sustitución de los vehículos de gasolina por coches eléctricos, también fuertemente subsidiados y necesitados de una inversión en infraestructuras gigantesca. Suma y sigue, que, total, es dinero público.

Por último, el Green New Deal propone un cambio en la agricultura que desincentive la producción de carne. Ocasio Cortez ha sido objeto de burlas al atacar a las "vacas flatulentas", responsables del aumento de los gases de efecto invernadero. El post, ridiculizado de inmediato, fue rápidamente borrado, pero la idea permanece: se trataría de impulsar una agricultura más "sostenible", que desincentive la producción de carne, especialmente de vaca (los bovinos ocupan demasiado espacio, consumen demasiada agua y son una carga insoportable para nuestro ecosistema). ¿Y qué alternativas nos propone Ocasio Cortez? Pues los insectos, fuente de proteínas del futuro (hasta que algun animalista descubra que los insectos también tienen sentimientos y, por supuesto, derechos).

El Green New Deal se redondea con la atribución al cambio climático de las peores lacras de nuestro tiempo. Ya hemos oído aquello de que el terrorismo yihadista es consecuencia del cambio climático, pues ahora la cosa va a más: ¿la crisis migratoria? Es por culpa del cambio climático (de hecho se propone un nuevo concepto, el de "migrante climático"). ¿Los abusos contra las mujeres? Es por culpa del cambio climático. ¿Tensiones entre minorías etnicas? Es por culpa del cambio climático. ¿Estancamiento de los salarios? Es por culpa del cambio climático... parece un chiste pero está escrito.

Al final, además de una campaña de marketing, el Green New Deal, aparte de algunos aspectos anecdóticos como los de las vacas flatulentas o las dietas a base de insectos, queda en un descomunal aumento del gasto público en aras a seguir los dictados que una camarilla de apparátchiks ha determinado.

Les parecerá disparatado, y tendrán razón, pero no descarten que el Green New Deal llegue a nuestro país de la mano de una izquierda local tan desorientada como la estadounidense.

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