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Jorge Soley

¿Quién es y hasta dónde puede llegar Pete Buttigieg?

No será Obama, pero al menos no ronda los 80 años, no se declara socialista y no es Donald Trump. ¿No basta con esto?

No será Obama, pero al menos no ronda los 80 años, no se declara socialista y no es Donald Trump. ¿No basta con esto?
Primer plano de Pete Buttigieg, aspirante a hacerse con la candidatura del Partido Demócrata para las presidenciales del próximo otoño | Cordon Press

Es todavía muy pronto para sacar conclusiones definitivas sobre las primarias del Partido Demócrata, pero si hay algo que ha llamado la atención en Iowa y New Hampshire son los buenos resultados iniciales de Pete Buttigieg: ganador en Iowa con el 26,3% de los votos y segundo, pisándole los talones a Sanders, en New Hampshire con el 24,4%, aunque los resultados de Nevada, donde ha quedado tercero con un 13,7%, por detrás de Biden, hayan desinflado un poco a Mayor Pete que ha denunciado "inconsistencias" en los resultados .
¿Pero quién es Pete Buttigieg?

Un político algo atípico, pues no ha sido congresista, senador ni gobernador: su máxima responsabilidad ha sido la Alcaldía de su ciudad, South Bend, la ciudad número 308 en tamaño de los Estados Unidos; un lugar que pasaría completamente desapercibido si no fuera porque allí se encuentra la prestigiosa universidad católica de Notre Dame. De su condición de alcalde le viene su apodo político, Mayor Pete.

Buttigieg ha estudiado en Harvard y Oxford, pasó por el Ejército, ha trabajado en diversas firmas consultoras y es el primer candidato públicamente homosexual en las primarias demócratas (está casado con Chasten Glezman desde 2018).

Aunque es considerado más pragmático y moderado que Sanders o Warren, Buttigieg es hijo de un afamado profesor universitario marxista: Joseph Buttigieg, un emigrante proveniente de Malta que llegó a los Estados Unidos en los años 70 y desde los 80 fue profesor de Literatura europea y teoría literaria en Notre Dame. Joseph Buttigieg era especialista en Gramsci y formó parte del consejo de la revista Rethinking Marxism.

No obstante el pedigrí de su ancestro, Buttigieg es atacado por el ala más izquierdista del Partido Demócrata. Siendo Rhodes Scholar y pudiendo elegir el destino profesional que más deseara eligió trabajar para la consultora McKinsey. Allí trabajó en los contratos de McKinsey con el Departamento de Defensa en Afganistán. Es un misterio hasta el día de hoy el destino de los millones de dinero público pagados a McKinsey en este contrato: como señala Current Affairs, el Inspector General Especial para Afganistán no fue capaz de encontrar nada más que un informe de 50 páginas sobre las oportunidades de negocio en Afganistán por los 18,6 millones de dólares desembolsados.

Eso sí, de su paso por McKinsey y por la consultora de estrategia internacional del ex secretario de Defensa de los Estados Unidos William Cohen, le ha quedado el apoyo del mundo de las grandes corporaciones: es el candidato demócrata con más donantes billonarios hasta el momento y cuenta con un fuerte apoyo de lobistas, ejecutivos de la industria farmacéutica y del mundo de las finanzas.

De hecho, y a la espera de que Bloomberg y sus millones hagan su aparición en las primarias demócratas el Supermartes, parece bastante claro que Buttigieg ha desplazado a Biden en las preferencias del establishment del Partido Demócrata (otra cuestión es el grado de influencia que ese establishment retenga). Un Biden tocado por el impeachment a Trump (poner el foco en Ucrania no solo desgastaba al presidente), con una campaña que acumula esos deslices que han jalonado su carrera política y que, en un hecho muy significativo, no ha recibido el más mínimo apoyo de su antiguo jefe, Barack Obama.

Buttigieg tiene evidentes puntos débiles, algunos ven en él una especie de Obama gay… sin el encanto y el discurso del primer presidente de color de los Estados Unidos. Pero gusta a los grandes medios, a los millonarios de Hollywood y Silicon Valley y a las grandes corporaciones. No puede alardear de grandes logros, pero a los medios eso les importa poco en un candidato que quedaría bien en el casting de El ala oeste de la Casa Blanca y que encaja en el perfil progre de las élites demócratas. Después de Obama y de la primera y fallida mujer candidata a la presidencia, ¿no toca ahora apostar por un homosexual? No será Obama, pero al menos no ronda los 80 años, no se declara socialista y no es Donald Trump. ¿No basta con esto?

Lo sabremos pronto: frente al ala más izquierdista, que todo parece indicar que se reagrupa en torno a Sanders, lo más razonable para quienes ya se reconocen bajo la etiqueta PleaseNotBernie es agrupar el voto más moderado en un solo candidato que aspire a hacer frente a Sanders. Un candidato que saldrá probablemente, si es que no se enzarzan en una lucha que solo puede llevar a una victoria pírrica, de las tres B: Biden, Buttigieg, Bloomberg.

Dos datos adicionales que pueden afectar negativamente a Pete Buttigieg: en primer lugar, su posición radicalmente hostil hacia el movimiento provida; una hostilidad compartida con el resto de candidatos de un partido que ha hecho del aborto un derecho sagrado, pero que en su caso alcanza cotas de máxima intensidad. En segundo lugar, sus problemas con los afroamericanos que se remontan a su etapa como alcalde de South Bend, cuando recibió acusaciones sólidas de ignorar a la población negra.

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