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Santiago Navajas

Juan de Mariana, el jesuita tiranicida

Juan de Mariana fue un adelantado en la concepción de que la economía forma parte fundamental del pensamiento liberal.

Juan de Mariana fue un adelantado en la concepción de que la economía forma parte fundamental del pensamiento liberal.
Juan de Mariana | Wikipedia

España experimentó a principios de la Edad Moderna un declive económico desde la década de 1570 hasta 1650, de la que no se recuperaría hasta el siglo XIX. Leandro Prados de la Escosura, nuestro gran historiador económico, ha concluido que las mejoras en el bienestar subjetivo fueron acompañadas de un descenso en la desigualdad subjetivo. Especialmente novedoso es el índice que ha empleado: la venta de bulas papales de Cruzada. Recordemos que el cisma luterano se originó en gran parte por la fea costumbre de pretender comprar la salvación del alma a cambio de unas baratijas como bulas papales que abrirían supuestamente, por un módico precio, las puertas del Paraíso. Por el momento, lo que cerraron para el catolicismo fueron las puertas de gran parte de los hogares cristianos del norte de Europa.

En esta época de inflaciones galopantes, sentimientos de injusticia social y reformas protestantes vivió Juan de Mariana, el jesuita dado a meterse en camisas de once varas y "erudito extremista", tal y como lo llamó Murray Rothbard en Historia del pensamiento económico. Mariana, talaverano de 1536, se encontró viviendo en pleno declive de España a finales del siglo XVI. Uno de los primeros en hacerse miembro de la orden recientemente creada, los jesuitas, viajó como profesor de Universidad en Universidad, de Roma a Salamanca, pasando por París y Palermo.

No es de extrañar que Rothbard lo considerase un extremista. En su obra De rege et regis institutione (1599) considera el tiranicidio como una forma de remover a un tirano del poder. También fue un defensor de la soberanía popular y la ley natural, y argumentó que el poder del rey estaba limitado por la ley natural y que el pueblo tenía el derecho de resistir a un tirano que violaba sus derechos. Juan de Mariana fue un adelantado en la concepción de que la economía forma parte fundamental del pensamiento liberal.

En el capítulo sexto del De rege, nuestro intrépido jesuita trata la problemática de la legitimidad de asesinar al tirano que oprime al pueblo detentando el poder del Estado. No eran buenos tiempos para los reyes. Enrique III, rey de Francia, fue asesinado el 2 de agosto de 1589 en Saint Cloud. Su asesino fue un fraile dominico, al que se dirigió el rey en sus últimas palabras: "¡Malvado monje, me has matado!". Tuvo suerte el asesino, ya que fue muerto en el acto por la guardia del rey, si no, le habrían hecho en vida lo que hicieron con su cadáver, desmembrarlo y quemarlo (y cosas peores). Aunque ya se había tratado con anterioridad (textos griegos, Cicerón, etc.), en el siglo XVI se puso de moda como tema de reflexión filosófica el tiranicidio, con aportaciones de Erasmo, Lutero, Calvino, Vitoria, Soto, Báñez, Las Casas, Molina, Rivadeneyra, Sepúlveda, Castro, Molina, Espinosa, Ayala, Altusio, Hotman, Beza, Boëtie, Knox, Goodman, Buchanan, Parsons, Suárez

Dónde y cómo reside la legitimidad para usar la violencia contra un gobernante que abusa de su poder es la cuestión que puso en primer plano Mariana. No se trata de una rebeldía sin causa y tampoco de que cualquier pretensión de ilegitimidad conduzca al indulto moral y político del asesinato. De hecho, aunque en Francia fue quemado el libro del politólogo español después de los magnicidios, Felipe II no emprendía ninguna acción contra él, a pesar de que el sacerdote criticó los impuestos del rey a eclesiásticos, después de que el monarca aumentase considerablemente la presión fiscal mientras que Mariana se mostraba favorable a una mayor libertad de acción económica por parte de la Iglesia Católica (sí, Felipe II era un tirano según los criterios de Mariana).

Mariana presenta una serie de características que convierte a un estadista en un tirano: desprecia las leyes favoreciendo la arbitrariedad, impone impuestos sin tasa, persigue la religión, es utilitarista y maquiavélico, odia a la élite a la que trata de destruir y menosprecia al pueblo al que no permite reunirse, se echa en manos de milicias extranjeras… en definitiva, el que debiera ser el guardián-filósofo se convierte en el enemigo público número 1 del país. Aunque estaría pensando en Enrique III de Francia y Felipe III de España, su modelo antitiranos servía perfectamente para la horda de reyes absolutos que se cernían sobre Europa. Sin embargo, cabe soportar, dice Mariana, una tiranía moderada, entre la que había que considerar a Enrique IV de Francia y, en el futuro, Carlos III de España. El tiranicidio lo considera Mariana legítimo cuando está demostrado que no hay otra forma de salvar a la patria.

Este esquema económico es lo que Rothbard, Marjorie Grice-Hutchinson, Bruno Leoni y Friedrich Hayek consideraron los orígenes protoliberales de la defensa de la sociedad abierta, los derechos fundamentales y la economía de mercado. Al cuestionar el poder absoluto del Rey se estaba erosionando el poder absoluto del Estado. Hoy día los monarcas occidentales son constitucionales, es decir, limitados, limitadísimos, pero, por el contrario, el poder absoluto del Estado está creciendo a marchas forzadas, no solo en las evidentes dictaduras derivadas del comunismo, sino también en las occidentales, cada vez más secuestradas por valores como la seguridad y la estabilidad frente a la libertad.

Mariana critica los excesivos impuestos a la Iglesia, las cargas que la Corona impone a los miembros del estamento eclesiástico, enfocándolo desde una postura ciertamente controvertida. Pues el talaverano afirma que la estabilidad pública descansa en manos de la Iglesia y su intervención social, algo que debe ser puesto inmediatamente en relación con el contenido del libro primero, donde Mariana legitima la desarticulación del gobierno del Estado si este supone un peligro para salud y estabilidad públicas. Probablemente el arzobispo toledano viera en las críticas veladas por parte del jesuita, muy frecuentes en toda la obra, una fuente de peligro para el mismo eclesiástico y las ideas que intentaba defender.

Autor de una de las más importantes historias de España, Historia de Rebus Hispaniae, y un importante, y también muy conflictivo, tratado de economía, Tratado sobre la moneda de vellón, Juan de Mariana gozó de gran estima y resonancia hasta 1609, donde comenzó a padecer ataques y condenas sobre todas sus obras (a los dominicos no les caía muy bien). Como ejemplo, esta carta enviada al todopoderoso duque de Lerma:

Unos libros de Mariana, de la Compañía de Jesús, han hecho ruido estos días; habla en ellos de S. M. y de sus Ministros y gobierno con tanta desvergüenza, que espanta, y lo peor es que los imprimió en Alemania y se habrán derramado por todo el mundo; ya tiene noticia de ello el Consejo,...

400 años después, los escritos de Mariana siguen haciendo ruido y derramándose por el mundo.

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