
Huyamos de cualquier voluntad de originalidad y formulemos una tesis sencilla: el pensamiento es complejo o no es pensamiento. No creo que esta concepción del pensar sea demasiado descabellada, sobre todo si tenemos en cuenta la experiencia, el trabajo y el esfuerzo de cualquier persona que haya estudiado por afición u obligación un poco de historia de la filosofía y de los filósofos que la escriben. Las dificultades para comprender una filosofía, un pensamiento, constituyen la base de cualquier experiencia filosófica. La tesis es, sí, sencilla, pero contiene una gran complejidad, incluso algunas complicaciones son difíciles de resolver, especialmente, para quien confunda complejidad con lo enmarañado y oscuro que impliquen ciertos planteamientos intelectuales. En todo caso, un asunto es indiscutible: ciento de pensadores, filósofos, poetas, ensayistas, en fin, de creadores de ideas a lo largo de la historia de la humanidad han intentado justificarla, o sea, razonarla de múltiples maneras.