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Enrique Navarro

¿Y si Trump es presidente otra vez?

Sin ninguna duda, lo más trascedente que puede ocurrirle al mundo en 2024 sería la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos.

Sin ninguna duda, lo más trascedente que puede ocurrirle al mundo en 2024 sería la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos.
Donald Trump gana el caucus de Iowa. | EFE

Sin ninguna duda, lo más trascedente que puede ocurrirle al mundo —y en particular a nuestra órbita occidental— en 2024 sería la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Si asumimos cuáles son sus planes y qué ideología conservadora lo soporta, podemos darle a esta elección la importancia que tuvieron las presidenciales de 1861, por las consecuencias que se pueden derivar, y no es una afirmación basada en declaraciones demócratas o desde la izquierda. Muy al contrario. Se basan en lo que afirman a diario Donald Trump y el movimiento MAGA.

Voy a tratar de sintetizar, en primer lugar, cuáles son las opciones de que Donald Trump gane la presidencia; en segundo lugar, cuáles son los planes y la ideología MAGA o conservadora que soportan a Donald Trump en la actualidad; y, finalmente, cuáles serán sus principales directrices en la política internacional si alcanza otra vez el Despacho Oval.

¿Llegará Trump a las elecciones de noviembre?

En mi opinión, la respuesta es afirmativa. A pesar de los gravísimos cargos que se le imputan, salvo una sentencia firme irrecurrible que le acuse de alta traición o de insurrección, lo que no parece probable en los próximos nueve meses, Trump será investido candidato en el mes de marzo y ya podrá dedicarse a sortear sus problemas judiciales y a planificar su campaña, que será la más larga de la historia con dos candidatos ya nominados.

Por muchos indicios que existan de la comisión de diferentes delitos, sin una sentencia firme no podrá ser privado del derecho a presentarse. Y si es condenado por alta traición ya siendo presidente, podrá indultarse a sí mismo. Su legión de seguidores creen a pies juntillas toda la propaganda trumpista. Creen que les robaron las elecciones, cuando siete millones de votos fueron la diferencia, y que los jueces actúan de forma partidista contra Trump. En definitiva, están absolutamente convencidos de la existencia de una conspiración contra sus Estados Unidos de América, de la que solo les puede salvar Trump. Cuanto mayores sean las evidencias a sus ojos de esa conspiración judicial, más se movilizarán.

¿Qué nos dicen las encuestas de cara a noviembre?

A nivel nacional la diferencia entre Trump y Biden es de solo dos puntos, aunque en todas las recientes el republicano va por delante. Pese a todo, no podemos afirmar a ciencia cierta quién será el ganador. Lo que sí nos indican las encuestas es que Trump es el peor candidato republicano para noviembre, ya que la diferencia que le sacarían Ron DeSantis o Nikki Haley a Biden sería mucho mayor que la de Trump, lo que muestra que el expresidente tiene un nivel de rechazo más alto. También es cierto que la actual desmovilización demócrata será infinitamente menor cuando el candidato sea Trump. Entonces veremos la realidad electoral. No hay que hacerle mucho caso a los caucus y primarias, entre el voto republicano Trump arrasa, pero a nivel nacional no moviliza al voto moderado que volverá a votar en masa a Biden. Precisamente, Trump es el mayor obstáculo para el regreso de un republicano a la Casa Blanca, pero nadie le va a bajar del pedestal para noviembre, algo parecido a lo que sucede con Biden.

¿Por qué una parte muy alta de los norteamericanos apoya a Donald Trump?

Esto es un tema más complejo. Si quieren entender los anclajes de la doctrina conservadora que encarna Trump, lean The war on conservatives de Mark Dice, publicado el pasado noviembre y con 1665 reseñas muy positivas en Amazon. Según este autor, todo el mundo está contra las tradiciones norteamericanas que encarnaba el Ku Klux Klan. Habla de limpieza étnica de negros e inmigrantes, de prohibir las actitudes LGTBIQ que se promocionan en las escuelas y en la sociedad, del supremacismo blanco, condena Halloween y todas las tradiciones progresistas... Y un largo etcétera. Existe un poderoso y creciente aparato conservador anclado en las raíces religiosas y supremacistas. En definitiva, lo que dice es que USA está bajo un ataque de los que quieren destruirlo, que son poderosos y mal intencionados criminales y racistas (contra los blancos).

¿Por qué ha revivido este movimiento en Estados Unidos, y casi diríamos en muchos otros países?

La respuesta es el miedo. Una parte de la sociedad tradicional, o que se cree tradicional, tiene miedo a toda esta revolución que convulsiona sus principios y valores. Creen que se prioriza a los inmigrantes sobre sus seculares derechos, que el matrimonio mixto se ve amenazado, que el aborto es un asesinato porque ataca la voluntad de Dios, que los niños no tienen capacidad para asimilar una cultura contra Dios y el hombre. Están imbuidos de la idea de que la discriminación positiva en favor de minorías como mujeres, negros o latinos ha perjudicado al trabajador blanco temeroso de Dios y patriota. En definitiva, que las políticas progresistas han generado una reacción virulenta de una parte de la sociedad que se siente agredida y que cree los mensajes fáciles de que los negros delinquen más, que los inmigrantes les roban los trabajos, que los gays y lesbianas dominan la sociedad americana y enferman a los niños y que todo el mundo le tiene manía a los Estados Unidos. Sin duda, se trata de un cóctel explosivo. De hecho, Dice reconoce que la fractura creada entre estados rojos y azules es equiparable a la situación de 1861, es decir, viene incluso a sembrar las bases para una confrontación civil.

¿En qué consiste esta nueva ideología?

El conservadurismo que defienden Trump y el movimiento MAGA se ancla en cuatro pilares: en primer lugar el religioso. El Proyecto 2025 republicano publicado por la Heritage Foundation se centra en el nacionalismo cristiano y uno de sus objetivos es desmantelar el muro de separación entre la Iglesia y el Estado establecido por la Primera Enmienda de la Constitución. La libertad religiosa de los creyentes es primordial en el Proyecto 2025, priorizando las creencias religiosas a las leyes civiles como la Constitución. Un principio del proyecto citado es:

El mensaje de que Estados Unidos debe seguir siendo cristiano, que el cristianismo debe disfrutar de un lugar privilegiado en la sociedad y que el gobierno debe tomar medidas para garantizar que esto esté claro en cada sección del plan.

La idea de que la identidad estadounidense no puede separarse del cristianismo nos devuelve al fundamentalismo religioso del que nos creíamos libres desde la revolución americana.

En segundo lugar, el conservadurismo económico, basado en el intervencionismo estatal, el proteccionismo comercial y las guerras comerciales. A eso hay que añadir la negación furibunda del cambio climático, que lleva a la perforación de hasta el último rincón del paisaje norteamericano y el agotamiento de los combustibles fósiles. También la defensa del control político de la Reserva Federal, una estrategia que solo puede acabar con el hundimiento de la economía americana.

En otras esferas, el conservadurismo social tiene que ver con la depuración étnica y la guerra contra el crimen sin restricciones legales por parte de particulares, priorizando la batalla contra los negros, que son los responsables de la mayoría de los delitos. Armar a la sociedad, en definitiva. A eso hay que añadir una protección de la familia tradicional y de sus valores y la finalización de las políticas de integración y de discriminación positiva, entregando el control de la educación a los padres y no a los profesores demócratas y progresistas.

Finalmente, existiría un conservadurismo político, encargado de jibarizar el tamaño del estado, reduciendo el peso de las minorías en la función pública con nuevos exámenes para permanecer en los puestos públicos —que es parte de la limpieza étnica—. Otro objetivo sería el aislacionismo en la política internacional, el reforzamiento del poder del gobierno central sobre los estados, es decir, sobre los demócratas, y un abandono de los principios que han sustentado la alianza de la democracia social y liberal nacida de 1945. Además, abogan por la eliminación de las agencias regulatorias y del FBI y por movilizar al Ejército para combatir la delincuencia.

¿Qué puede esperar el resto del mundo del presidente Trump?

Donald Trump evita hablar mucho de política exterior, ya que es donde tiene más debilidades. Después de apoyar el traslado de la embajada en Israel a Jerusalén, tuvo una reacción muy tibia ante el ataque de Hamás y la respuesta de Israel, que le ha hecho perder una gran parte del voto judío conservador.

En relación con la política exterior, ¿qué cuestiones ha planteado Trump en sus últimos discursos, una vez que limpiamos la maleza de expresiones como "Europa va a tener que pagar toda la munición entregada para la defensa de Ucrania" o "yo acabo la guerra de Ucrania en un solo día"?

Uno de los documentos que nos sirven de referencia sobre el programa de Trump se llama America First Agenda, que establece los pilares de una potencial administración republicana. Su pilar VI se titula Establish an American First Foreign Policy, toda una declaración de intenciones.

Lo único meridianamente claro de su programa de política exterior y de defensa es que China es el enemigo y que el apoyo a los aliados de Estados Unidos en la región y el reforzamiento de la disuasión nuclear serán claves, junto a la guerra comercial. En todo lo demás, los matices dominan sobre los statements. No obstante, en Japón temen que el debilitamiento de los lazos con Estados Unidos les obligue a cruzar una línea roja como sería dotarse de una disuasión nuclear frente a Corea del Norte y China.

Trump ve en Putin y en Xi Jinping dos modelos políticos que no le son ajenos ni le disgustan, especialmente el ruso. Defienden el capitalismo con un gran control de estado, dos modelos autoritarios que pretenden imponer un determinado modelo social y anclados en valores conservadores en el caso de Rusia y comunistas en el caso de China, que ya casi son sus valores tradicionales. Dos gobiernos que no aceptan la revolución sexual, ni la igualdad entre sexos, que asedian a las minorías étnicas y con grandes recursos son los socios perfectos para Trump en su visión del mundo global dirigido por los grandes. Frente a estas potencias, la Europa decadente, dominada por ateos, marxistas y el colectivo LGTBIQ, que pretende mantener unas políticas sociales avanzadas gracias al esfuerzo militar de Estados Unidos, es el gran enemigo, porque representa todo aquello que el movimiento conservador combate en Estados Unidos.

Europa es la que más debe preocuparse por la llegada de Trump. Recordemos que después del encuentro entre Angela Merkel y Trump, aquélla declaró que ·Europa debería pelear sola por su futuro con sus propios medios". Ante la promesa de Trump de acabar con la guerra de Ucrania en un día forzando a Zelenski a rendirse, Putin ha encontrado su única estrategia ganadora, esperar a noviembre, interferir cuanto sea posible la elección apoyando al candidato favorito de la televisión pública rusa, que por supuesto es Trump, y que éste le haga el trabajo más delicado: provocar la rendición de Ucrania.

El primer efecto de la llegada de Trump y de la retirada de la ayuda a Ucrania sería la ocupación total del país por Rusia y el comienzo de la segunda fase de la operación de new iron curtain: Países Bálticos, Moldavia y Polonia. No debemos esperar de unos Estados Unidos dirigidos por Trump una aplicación del artículo V del Tratado de la Alianza Atlántica. Estaremos solos.

El principio clave de su política exterior y de Defensa será incrementar el reparto de cargas de la defensa convencional entre los aliados:

Los aliados de Estados Unidos deben asumir una responsabilidad mucho mayor por su defensa convencional. Los aliados de Estados Unidos deben desempeñar su papel solidario no sólo en el trato con China, sino también en el trato con las amenazas de Rusia, Irán y Corea del Norte. El reparto de la carga financiera de la Defensa será una parte central de la estrategia de defensa de Estados Unidos, empujando a sus aliados a dar un paso al frente. Apoyarán un mayor gasto y colaboración por parte de Taiwán y sus aliados en Asia-Pacífico como Japón y Australia para crear un modelo de defensa colectiva y promover la transformación de la OTAN para que los aliados de Estados Unidos sean capaces de desplegar la gran mayoría de las fuerzas convencionales necesarias para disuadir a Rusia y al mismo tiempo depender de Estados Unidos principalmente para la disuasión nuclear, generando otras capacidades mientras se reduce la fuerza estadounidense en Europa (America First Agenda).

Para comprender mejor la posición de los republicanos en política exterior, debemos entender las tres corrientes de opinión existentes tradicionalmente: los que defienden la supremacía de los Estados Unidos en el mundo, como serían Bush y Reagan; los que priorizan los intereses americanos que ven este liderazgo como necesario en la medida que provee de más seguridad a los Estados Unidos, como Nixon; y los que decididamente quieren limitar la posición de Estados Unidos en el contexto de la seguridad mundial, como ocurrió con Hoover. La primera corriente que mantiene la tradicional política exterior americana de liderazgo occidental es defendida por Nikki Haley. La que pretende liminar esta exposición se encontraría más en Ron de Santis. Pero Trump es claramente un aislacionista.

Las acciones inmediatas prometidas por Trump y esta corriente si alcanzan la Casa Blanca serán "la mayor deportación de inmigrantes de la historia"; el cierre de la frontera con México, la imposición de un arancel del 10% a todos los productos importados, la salida del acuerdo de cooperación Indo Pacífico y controlar la influencia comercial y tecnológica de China en el mundo, lo que quiere decir arruinarla. En el ámbito militar, la redefinición de su papel en Europa con la retirada de todas sus fuerzas militares convencionales.

Europa debe prepararse para estos vientos de cambio. Los movimientos conservadores en Europa o pierden fuelle ante la falta de soluciones realistas a los problemas y la estridencia de su ruido o, como en el caso de Italia, se reafirman en la defensa del modelo europeo occidental. Lo más importante para Europa es fortalecer su capacidad militar y tener una participación más activa en la defensa de sus intereses. No tiene sentido que el país del mundo menos afectado por la crisis del Mar Rojo lidere las operaciones militares cuando Europa es el principal damnificado.

Si Trump es presidente, el mundo nacido de 1945, el de mayor prosperidad económica y social de la historia, será, parafraseando a Stefan Zweig "el mundo de ayer". El que está por venir tiene demasiadas incertidumbres como para vislumbrarlo. ¡Qué gran oportunidad tienen los republicanos para nombrar una mujer, como Nikki Haley, que representa ese republicanismo neocón de Reagan que abogó por un papel mucho más activo de liderazgo en el mundo y una moderación en lo político y económico!

El desmantelamiento de varias comisiones reguladoras federales, del FBI, el control de la justicia y de los funcionarios, el cierre de la frontera sur, la deportación masiva de inmigrantes, el supremacismo blanco o la cercanía ideológica a Putin son aspectos muy reseñables de sus objetivos políticos. Pero lo más relevante en cuanto a su política exterior es que no ve en China una amenaza militar sino económica, lo que da pie a pensar que un contubernio que satisfaga a Beijing y Washington haría olvidar los intereses estratégicos de China en la región y pondría a Taiwán, Filipinas y el sudeste asiático a los pies del caballo chino. Para Europa será una excelente noticia la llegada de Trump si nos tomamos en serio nuestra capacidad para detener a Rusia solos. A fin de cuentas, los europeos triplicamos su gasto en Defensa y nuestro PIB es casi 10 veces mayor. Además, tenemos un paraguas nuclear propio que debería ser reforzado o más bien modernizado. En cualquier caso, no confiemos en los americanos y comencemos a tomarnos en serio nuestra seguridad si no queremos sorpresas desagradables en apenas unos años.

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