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Enrique Navarro

La economía y las bicicletas

Todo el mundo cree tener la solución de los problemas económicos, pero no hay una sola receta que haya funcionado siempre y en toda circunstancia.

Todo el mundo cree tener la solución de los problemas económicos, pero no hay una sola receta que haya funcionado siempre y en toda circunstancia.
Un hombre monta en bicicleta por las calles de La Habana. | Flickr/CC/Ed Yourdon

La economía, y en particular la política económica, resulta a menudo una ciencia árida. Nunca acabamos de entender su funcionamiento, lo que nos conduce a pensar que no sirve para nada o, peor aún, que sirve para todo. Todo el mundo cree tener la solución de los problemas económicos, pero no hay una sola receta que haya funcionado siempre y en toda circunstancia, así que debemos concluir que la economía es una cirugía de precisión que en cada momento exige de diferentes acciones y medicamentos.

Esto podría explicarse con ecuaciones y curvas, pero muy poca gente lo entendería, así que permítanme la metáfora.

Imaginemos que un país es un pelotón ciclista que debe acometer una etapa con tres picos de primera y un final en una larga pendiente cuesta abajo y que en el último pico solo pueden pasar los ciclistas uno a uno por la afluencia de público.

Las bebidas energéticas y el bocata de jamón son la política monetaria. En el pelotón hay bicicletas, triciclos y tándems, es decir en algunas bicicletas algunos no pueden o no quieren pedalear y son arrastrados por otros. El mayor tándem lo pedalea en estado.

En la subida al primer puerto, muchos no pueden mantener el ritmo de la cabeza y empiezan a descolgarse. Algunos, muertos de cansancio, desean abandonar. El objetivo de todos es llegar a la cima y tomar aire en la cuesta abajo y en el llano. Si llegan todos a la vez a la última cima, el pelotón colapsará, así que hay que administrar bien las fuerzas.

¿Qué diría Milei o un liberal clásico europeo? Hay que dejar que los ciclistas suban por sus medios, algunos se descolgarán, pero en el proceso darwiniano su pérdida no es relevante, ya que los que lleguen a la meta serán los más fuertes, que a su vez tendrán hijos más fuertes, y el pelotón en su conjunto —o mejor dicho, los que queden— será más fuerte también.

Cuando llegue la cuesta abajo y vea que todos se amontonan de nuevo y que podrían llegar al siguiente pico colapsando, decidirá restringir el bocata de jamón y la bebida energizante, para conseguir un ritmo de pelotón que permita que vayan llegando y pasando el pico de forma pausada sin colapsar.

Si en la subida, la mayoría del pelotón se retrasa, entonces administrará pequeñas dosis de jamón y "Red Bull", lo justo para corregir el problema básico que es que llegue una suficiente mayoría a la cima. Esto se llama óptimo de Pareto.

Esta tesis liberal sería correcta si todos tuvieran las mismas bicicletas, pero resulta que algunos llevan bicicletas de grandes prestaciones y otros van en triciclo. Para el liberal clásico, lo que importa es que la media del pelotón esté mejor. Los del triciclo pueden quedarse atrás como una externalidad negativa de la política económica.

El socialdemócrata le dará más bebida y jamón al del triciclo, que le quitará al de la bicicleta poderosa buscando que el pelotón sea más homogéneo, aunque no sabe cómo resolverá el posible colapso del pelotón si llegan todos a la vez a la cima. Nos dirá que puede ensanchar la carretera y que cabrán todos, pero eso nunca pasará. Los del triciclo con más jamón pueden incluso adelantar a los de las bicicletas más poderosas, de manera que es posible que estos primeros que tiran del pelotón se queden rezagados y no lleguen a la meta. Los del triciclo estarán inmensamente agradecidos al gobierno, pero tendremos una sociedad de tricicleros. Esto se llama la teoría de la justicia social de Rawls. Es decir, el avance del pelotón se mide por lo que avanzan los del triciclo.

El socialista no solo le dará más jamón y bebida a los de los triciclos, sino que incluso se lo dará a los que van en los tándem sin pedalear. Esto originará una demanda mayor de usuarios de tándem, es decir, de personas que no quieren pedalear pero si quieren llegar a la meta. Buscarán que los más fuertes les conduzcan hasta el final, o mejor, subirse al tándem del Estado, que es el más grande. Pero el abuso de jamón y bebidas no terminará cuando se llegue a la cima; continuarán suministrando más energía durante el descenso para que lleguen todos más rápido y todos sientan que van a ganar mientras disfrutan del viento en la cara. La consecuencia será que muchos se caerán por la velocidad, también es muy posible que el jamón se haya acabado cuando tengan que subir el ultimo puerto y el pelotón se venga abajo. Entonces comenzará a cortar más finas las lonchas de jamón, haciendo creer que hay más jamón del que realmente se comen. Mientras no se den cuenta todo irá bien, pero al final las fuerzas flaquearán, a pesar de que habrá mucho jamón y mucha bebida. Todo será apariencia. Los del tándem exigirán más jamón y que los fuertes no desfallezcan. Pero estos últimos acabarán prefiriendo ir detrás, ya que su esfuerzo no tendrá recompensa.

Los comunistas, se quedarán con las bicicletas y las venderán; meterán a todos en un autobús del que nadie podrá bajarse; ya no habrá jamón porque nadie lo necesita, solo pan y agua. A medida que necesite más gasolina el autobús, el estado venderá más bicicletas, y un día ya no habrá nada que vender. Entonces obligarán a todos a bajarse y a empujar el autobús mientras dentro solo queda el gobierno.

Así se escribe la historia de la política económica. La lección de la economía: fortalezca sus músculos e invierta en una buena bicicleta para que si los vientos comunistas se acercan, pueda pedalear lo suficientemente lejos para no terminar en el autobús.

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