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Agapito Maestre

La humilde soberbia de Gaos

El escepticismo defendido por la filosofía de Gaos puede ser una salida consoladora para quienes alguna vez creyeron en las verdades absolutas.

El escepticismo defendido por la filosofía de Gaos puede ser una salida consoladora para quienes alguna vez creyeron en las verdades absolutas.
José Gaos junto a Julián Marías, en México. | Archivo

Entre la extensa nómina de grandes filósofos españoles del siglo XX, elijo hoy a José Gaos por su escepticismo. No sé si podrá orientarnos con nitidez en la selva actual de una circunstancia política, quizá no tan desquiciada como la que le tocó vivir a este filósofo en los años de la Segunda República, pero, sin duda alguna, que tiene muchos parecidos en lo que se refiere a la ineptitud de la casta política para construir un Estado-nacional genuinamente democrático. Gaos fue un fiel exponente de las paradojas y dogmatismos, a veces feroces, del socialismo de la época. Fue ese sectario dogmatismo que le alejo de sus principales maestros, Manuel García Morente y José Ortega y Gasset. Los dos tuvieron que exiliarse del Madrid republicano para salvar sus vidas. Parece que el discípulo no hizo demasiado por defenderlos, según cuentan los que más saben de la cosa. Algo hay seguro: son famosas las irónicas maldades que le suelta Azaña, en sus Diarios, a Gaos sobre García Morente y Ortega por sus respectivas salidas para el exilio, a las que no parece que respondiese con valentía el gran filósofo Gaos... Pero, independientemente de la filiación política y la consiguiente conducta de Gaos ante la terrible guerra civil, siempre respetables por estar inspiradas en serias convicciones, creo que el escepticismo defendido por la filosofía de Gaos puede ser una salida consoladora para quienes alguna vez creyeron en las verdades absolutas.

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