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Marcel Gascón Barberá

Un hito rumano en la historia del periodismo mundial

La historia que cuenta Tofan es, sin lugar a dudas, uno de los hitos de la historia del periodismo.

La historia que cuenta Tofan es, sin lugar a dudas, uno de los hitos de la historia del periodismo.
Antenas de Radio Free Europa en Alemania. | Wikipedia-Kuebi
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Durante las décadas de 1970 y 1980, el periodista Liviu Tofan trabajó en el servicio en rumano de Radio Europa Libre (REL), la emisora creada y financiada por los Estados Unidos para hacer llegar información libre a los ciudadanos del bloque del Este. Más de 30 años después de la caída del Muro, este antiguo exiliado ha publicado Ne-au ţinut în viaţă, una historia personal, pero objetiva y rigurosamente documentada, de la empresa periodística que iluminó y dio esperanza a los rumanos bajo la dictadura comunista más opresiva de Europa.

La frase que da título al libro significa literalmente "Nos mantuvieron con vida", y fue acuñada por un rumano de a pie días después del fusilamiento del matrimonio Ceasescu. Si ves a los de Europa Libre diles que "ne-au ţinut în viaţă", que nos han mantenido vivos, le dijo el hombre a un periodista del Chicago Tribune, quien incluyó la cita en una de sus crónicas.

Con sede en la ciudad alemana de Múnich, REL emitía en onda corta y en todas las lenguas nacionales para los países comunistas de Europa Central y Oriental. Según los propios jefes americanos, el servicio en rumano era el más popular e influyente de toda la cadena. Las noticias de lo que pasaba en Occidente y el resto del mundo, pero también dentro del bloque comunista, eran el eje central de la programación.

A través de unos boletines que medio país escuchaba clandestinamente en sus aparatos de radio, los rumanos pudieron seguir acontecimientos silenciados por el régimen como el trágico terremoto de Bucarest de 1977, la revuelta de los obreros de 1987 en Brasov o el mismo alzamiento popular que derrocó la dictadura en el 89.

Pero el bien que REL hizo a su audiencia va mucho más allá de lo meramente informativo. La cadena emitía también un programa de jazz, pop, rock y otros tipos de música considerados decadentes por el régimen comunista. Una multitud de jóvenes y adolescentes rumanos escuchaban con avidez Metronom, como se llamaba un espacio al que muchos agradecieron en emocionadas cartas anónimas que les abriera una ventana al mundo libre.

De la magnitud del impacto que tenía Metronom habla por sí sola la suerte que corrió su creador y primer presentador. Cornel Chiriac tenía 33 años cuando una noche de marzo de 1975 murió al recibir doce puñaladas de un joven alemán que después dijo que quería robarle. Todos los indicios apuntan a la autoría intelectual de la Securitate, que tenía a Chiriac en su punto de mira y no dejó de calumniarle ni después de muerto. Dos años después del asesinato, dos palestinos a sueldo de la policía política de Ceausescu propinaban una brutal paliza en París a la exiliada rumana y periodista de REL Monica Lovinescu.

Las acciones de la Securitate contra la radio incluyen también el atentado con bomba organizado por Carlos el Chacal en 1981, que destruyó parte del cuartel general de la emisora en Múnich y dejó secuelas de por vida a dos empleados. Ese mismo año, tres disidentes rumanos exiliados que colaboraban con la cadena recibieron paquetes bomba en sus domicilios de Alemania y Francia. También en 1981, el periodista de REL Emil Georgescu fue apuñalado 22 veces en su propia casa muniquesa por dos mafiosos franceses de poca monta. Georgescu sobrevivió milagrosamente a este nuevo intento de Ceausescu de neutralizar la emisora.

Tres directores y un redactor (el propio Emil Georgescu) de REL murieron de cáncer en un espacio relativamente corto de tiempo, y muchos en Rumanía creen, aún hoy, que la policía política les inoculó la enfermedad. En el origen de la leyenda está el general del espionaje comunista rumano Ion Mihai Pacepa. Tras desertar a Estados Unidos en 1978, Pacepa publicó un best seller, titulado Horizontes Rojos, en el que exponía las miserias del régimen al que había servido y decía que la Securitate le había irradiado el cáncer al director de REL Noel Bernard.

Liviu Tofan estuvo al lado de Bernard hasta su muerte, y deja claro en el libro que se trata de una fabulación de Pacepa. Yo mismo escribí en Libertad Digital un obituario –que ahora me parece excesivamente elogioso– en el que me hacía eco de la leyenda de la irradiación. Entre los méritos de Ne-au ţinut în viaţă están la claridad y la honradez, dos cualidades que también adornaban el trabajo de REL y contribuyeron a cimentar la credibilidad y el respeto del que gozaba la emisora entre los rumanos. El desmentido de Tofan a la leyenda inspirada por Pacepa nos recuerda que la mentira y la exageración tienen las patas cortas, y que no todo lo que perjudica a los malos es automáticamente verdad.

Además de las noticias y de Metronom, REL dedicaba uno de sus espacios a leer cartas que sus oyentes enviaban desde Rumanía o el exilio. A través de ellas, rumanos de toda clase y orientación política decían en voz alta lo que veían, sentían y pensaban. Los textos llegaban a la redacción de Múnich por medio de turistas y diplomáticos extranjeros, de marineros, camioneros, azafatas y pilotos o en correspondencia regular que se le escapaba a la censura del régimen. Contenían desahogos, reflexiones, denuncias del deterioro general y la arbitrariedad sistemática, llamamientos a la liberación de los presos o simples anécdotas y relatos cotidianos. Su difusión por onda corta en Rumanía hizo que millones de rumanos se sintieran un poco menos solos y pudieran seguir confiando en su percepción de una realidad irreconocible en el discurso público que imponía la dictadura.

La historia que cuenta Tofan es, sin lugar a dudas, uno de los hitos de la historia del periodismo, y un antídoto contra el cinismo respecto a una profesión muy maltratada que puede hacer mucho bien espiritual a las personas si se practica con amor, inteligencia y buen gusto.

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