Venezuela debe volver a las urnas a final de año. Esta vez está en juego la única baza que tiene la oposición en el manipulado tablero institucional del país caribeño. Cinco años después de la contundente victoria de la oposición en las últimas elecciones medianamente libres que permitió el chavismo, los venezolanos están llamados a renovar el Poder Legislativo.
El camino a la votación está marcado por una certeza: si nadie lo impide por la fuerza, el régimen manipulará el proceso para arrebatar la Asamblea a las fuerzas democráticas. Pero también por un dilema poco menos que existencial para la oposición venezolana: ¿deben los partidos democráticos retirarse y denunciar el fraude, renunciando a toda representación institucional, o es mejor acudir a las urnas, forzando a Maduro a aceptar la derrota o afrontar las consecuencias internacionales de haber robado otros comicios, mientras la oposición saca todo el partido posible de los diputados que le dé el recuento?