Para quienes tenemos claro que este Gobierno miente casi siempre y no tiene más intención que construirse una democracia adjetivada a su medida, es muy difícil escribir sobre sus atropellos. Sobre todo porque lo que algunos empiezan a decir ahora nosotros lo escribimos desde hace años. La izquierda que nos ha tocado, al menos desde que Zapatero llegó aquel marzo fatídico a la Moncloa, está más cómoda con un etarra que no le mate que con la derecha, que en su imaginario empieza en Vox y termina en Ciudadanos o en Margarita Robles.
Ese es el origen de todos los males y la explicación a la deriva antidemocrática que estamos viendo. La izquierda española –y cuanto más votado el partido, más grande es la responsabilidad– ha recuperado explícitamente la II República como modelo, y es natural que siga sus pasos en la destrucción de la convivencia mediante la creación de un Frente Popular que margine a la derecha, aunque algo hemos avanzado cuando no se recurre como entonces al asesinato.