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Marcel Gascón Barberá

La decadencia de España

Es fundamental revertir esta situación y sólo podemos hacerlo votando.

Es fundamental revertir esta situación y sólo podemos hacerlo votando.
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Según todos los indicadores, España es un país en decadencia. Hace un año la República Checa superaba por primera vez a nuestro país en PIB per cápita. Otras tres repúblicas excomunistas, Estonia, Lituania y Eslovaquia, se acercan cada vez más a una España que era infinitamente más rica que todas ellas hace tres décadas.

La deriva española se ve a simple vista leyendo los periódicos. Las noticias de política hablan invariablemente de nuevas reglas y leyes para hacer la vida más difícil a quienes destacan y crean riqueza, no sólo económica.

Los efectos son cada vez más evidentes, y no sólo en unas escandalosas cifras de paro que la sociedad hace tiempo que asumió como inevitables. Hace menos de tres meses se iba de España Nissan como poco antes se había ido Deliveroo. Y como lo harán muchas otras empresas cansadas de hacer frente a la hostilidad sistemática de un Gobierno que ve en ellas al enemigo.

En educación, todas las reformas adoptadas en los últimos años van encaminadas a rebajar el nivel de exigencia. Los informes PISA son elocuentes sobre los resultados de estas políticas. España presenta resultados catastróficos en matemáticas y ciencias. La siguiente cita es de una noticia de 2020 en El País sobre un reciente informe PISA:

Los estudiantes españoles de 15 años tienen más habilidades para afrontar conflictos de convivencia y cuestiones globales como la igualdad de género, la pobreza, el hambre, la guerra, la presión demográfica o el medio ambiente, que para resolver problemas de asignaturas como Matemáticas, Ciencias y Comprensión Lectora.

Muchos de nuestros jóvenes y cada vez más adultos ven el conocimiento y las competencias como algo engorroso, aburrido y prescindible, y sustituyen el rigor, la lógica y el pensamiento crítico por los prejuicios ideológicos y los eslóganes que promueven las instituciones políticas y las multinacionales.

Es verdad que el Gobierno de Pedro Sánchez ha agudizado estos problemas como nadie antes lo había hecho en España. Pero las raíces de lo que estamos viendo son anteriores al Gobierno de Sánchez, y mucho más profundas. Las escuelas, los institutos, las universidades y los medios han educado durante décadas en ideas incompatibles con la libertad, la seriedad y la prosperidad.

Sólo así se explica que proyectos políticos como el del PSOE, que no ha hecho más que traer paro y corrupción cada vez que ha gobernado, siga contando con el apoyo de tantos españoles. Más grave aún es que un partido como Podemos, cuyos dirigentes ignoran deliberadamente las leyes más básicas de la gestión pública y la economía, tenga los suficientes votos como para inclinar la balanza de la gobernabilidad en España.

Durante muchas décadas, una mayoría de españoles pensó que la seguridad y la calidad de vida que habíamos conseguido eran algo irreversible, aunque se impusieran opciones políticas abonadas al revanchismo y la mentira, como lo es el actual Gobierno. Ya estamos empezando a ver que no es así.

Las calles de muchos barrios están dejando de ser seguras debido a la ideologización de nuestras políticas migratorias y a la impunidad que el discurso buenista otorga a los colectivos violentos previamente designados como víctimas. El populismo fiscal ha creado un monstruo que no deja de ganar poder y esquilma a quienes trabajan en favor de la clase política hipertrofiada que lo alimenta.

Lo mismo ocurrirá, si no está pasando ya, con el deterioro de la educación, que no puede llevar sino a una caída de los estándares en todas las industrias y sectores que harán de España un país peor, más aburrido, más pobre y más alejado de los países de referencia en el mundo.

El Periódico de España informaba recientemente de que más de 277.000 inmigrantes rumanos se han marchado de nuestro país en la última década ante el deterioro de las condiciones económicas. Algunos han regresado a su país, mientras que otros se han mudado a países más prósperos como Alemania, el Reino Unido, Italia e incluso Hungría.

Los rumanos son, por lo general, gente práctica y poco ideologizada. La salida de todos estos inmigrantes debería ser un señal de alarma en una España que está dejando de ser atractiva para los inmigrantes que tienen posibilidad de elegir sus destinos, lo que nos condenará inevitablemente a haber de conformarnos con la emigración que no quiere nadie.

Las políticas que se eligen tienen efectos que a la larga marcan el rumbo de las cosas y afectan directamente a las personas. Es fundamental revertir esta situación y sólo podemos hacerlo votando.

Con un PP y un Ciudadanos que sólo hacen lo correcto cuando no les supone que les llamen fachas, Vox es el único partido que acierta en el diagnóstico de lo que estamos viviendo y está dispuesto a atacar a las causas. Sólo por ello merece que le votemos.

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