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Marcel Gascón Barberá

Una reivindicación de la oposición venezolana

Es buen momento para ver 'A la calle', un documental disponible en HBO que cuenta cómo el país caribeño descendió a los abismos con el chavismo.

Es buen momento para ver 'A la calle', un documental disponible en HBO que cuenta cómo el país caribeño descendió a los abismos con el chavismo.
Cartel promocional de 'A la calle'. | HBO

Han pasado unos tres años desde que el final de la pesadilla chavista nos pareciera por última vez posible con la proclamación como presidente de Guaidó y los acontecimientos inverosímiles que la siguieron. Como siempre hasta ahora, el chavismo acabó ganando en la hora decisiva. Maduro se mantuvo en el poder, donde sigue hasta hoy sin demasiados apuros.

Con la tiranía bien asentada y todas las vías de actuación de la oposición cerradas, Venezuela ha dejado de suscitar interés. La tragedia infligida que vive el país casi ha desaparecido de los noticieros y los periódicos, y apenas nos acordamos de la lucha incansable de muchos venezolanos por la libertad y la normalidad.

Por eso es buen momento para ver A la calle, un documental disponible en HBO que cuenta cómo el país caribeño descendió a los abismos con el chavismo, con especial atención a los más recientes años fatídicos con Maduro al mando.

Con imágenes de archivo y los testimonios del político opositor Leopoldo López, el economista Ricardo Hausmann, un líder de la llamada resistencia, un joven apolítico de extracción popular y una joven doctora que atendía a los heridos en las manifestaciones, la cinta reconstruye con nitidez y precisión el proceso de demolición económica, judicial y política que le permitió a Maduro secuestrar el país cuando por la vía democrática no podía seguir controlándolo.

A diferencia de muchos otros productos similares, A la calle digiere, contextualiza y jerarquiza todos los discursos que presenta. Así, ideas tan extendidas como falaces, como que el colapso de Venezuela se debiera a sanciones internacionales o a la torpeza de Maduro, y no fuera la consecuencia inevitable del proyecto original chavista, llegan refutadas al espectador por datos e informaciones que a menudo aporta el siempre articulado y solvente Hausmann.

El documental da la palabra a voces chavistas, representadas por un viceministro de Maduro y por el padre del joven apolítico, que sigue creyendo en la revolución y culpa a la presión internacional contra el régimen de los males de Venezuela. Los motivos de su compromiso no se deforman o ridiculizan, pero sí se ponen en perspectiva (con los hechos) sus juicios de valor y las atribuciones de causas.

Otra de las virtudes de A la calle es la manera en la que trata a la oposición política venezolana. Está representada primero por Leopoldo López, uno de sus líderes más prometedores, más castigados y también más criticados, y después por Juan Guaidó, contra quien también se han ensañado muchos desencantados.

Debido, sobre todo, a la frustración que ha provocado que no haya conseguido echar del poder al chavismo, la oposición venezolana ha sido y sigue siendo el blanco de ataques y descalificaciones feroces. Haciendo suyos muchos de los argumentos calumniosos del chavismo, los críticos más enconados de los políticos demócratas venezolanos les acusan de no tener coraje ni iniciativa, de haber legitimado al régimen negociando y de haber dejado al venezolano raso a los pies de los caballos por no ir lo suficientemente lejos en sus esfuerzos por librarse del régimen.

En la mayoría de los casos, son acusaciones tremendamente injustas. Casi todos los opositores venezolanos de primera línea han pagado un precio altísimo por su compromiso político. No hay ningún líder democrático venezolano que no se haya visto amenazado en algún momento de su vida con la cárcel, la tortura, la detención arbitraria, la prohibición de salida del país, las represalias a sus familiares y el escarnio de la maquinaria de propaganda del oficialismo.

Tampoco tiene sentido el reproche de la falta de acción. Todos los líderes que ha tenido la oposición venezolana en los últimos lustros han buscado acabar con la lacra chavista por todas las vías posibles. Por las urnas, negociando, con la presión de la calle en manifestaciones a veces violentas en las que todos han participado y congraciándose con los militares que podían dar un golpe de Estado. Nada de ello ha resultado, pero esto no significa que no lo hayan intentado.

Se ve muy bien en la reconstrucción que hace a A la calle de la trayectoria de Leopoldo, que ha pagado su determinación de cambiar Venezuela con un juicio-farsa que le condenó a largos años de prisión que le separaron de sus hijos y de su mujer, Lilian Tintori, quien se sumó plenamente a la lucha por su libertad y la de su país mientras criaba sola a sus dos hijos bajo el hostigamiento permanente del régimen.

También se la ha jugado, y mucho, Juan Guaidó, que se declaró —junto al Leopoldo que logró escapar de su arresto domiciliario— en rebeldía en el corazón de la misma Caracas para forzar un anhelado cambio de régimen que solo el pánico de los militares a la represión acabaría abortando.

Además de Leopoldo y Guaidó, en el documental salen militantes y activistas de oposición como la dirigente estudiantil Rafaela Requesens, que lideró sin descanso durante años la movilización estudiantil contra el chavismo y tuvo que ver después cómo el régimen encarcelaba y humillaba públicamente a su hermano, el diputado opositor Juan Requesens.

Leopoldo, Tintori, Guaidó, los Requesens y otros muchos venezolanos con vocación de liderazgo tienen en común haber sido jóvenes que optaron por pelear desde la política para devolverle la dignidad a Venezuela, cuando podrían haber callado o emigrado. Por ello han sufrido represalias que truncaron sus destinos y marcarán para siempre sus vidas.

En A la calle, los directores Maxx Caicedo y Nelson G. Navarrete les hacen justicia.

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