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La Ilustración Liberal

Marco, para España

Pensar España es parte de la labor de contar su historia. Es siempre así. Los hechos no hablan por sí solos. Hablan, porque tampoco son como los fenómenos naturales; su materia son las intenciones y las ideas del hombre. Tan acientífica es la pretensión de que el historiador sea un mero archivero de los hechos como la de pretender descubrir en el pasado de la experiencia humana una manifestación de una concepción filosófica. ¿Cómo mejorar estas palabras de Claudio Sánchez Albornoz? "Ninguna ciencia puede limitarse al mero registro de sus observaciones sobre los fenómenos que estudia. El hombre de ciencia traza a cada hora un puente sobre el río de lo desconocido, al idear una hipótesis cualquiera. Parte ésta de un hecho nuevo o de varios hechos comprobados y se lanza en una curva área sobre lo aún ignoto en busca de apoyo para el otro pilar del atrevido arco. De los hechos a los hechos, pero enlazándolos con una conjetura que es fruto de la imaginación". Y más, pues "la historia requiere una segunda aventura aún más ardua; exige la investigación causal de las grandes curvas del ayer. No basta con estudiar al por menor cualquier proceso histórico. Apenas terminado su examen se alza ante nosotros un porqué inquisitivo y acuciante".

El hombre y la historia es el título de la introducción de su obra España, un enigma histórico, y en ella se encuentran estas palabras. Las tuve en mente cuando me lancé a la lectura de Una historia patriótica de España, de José María Marco. ¿Cómo salvaría el autor una obra intelectual tan compleja? ¿En qué sentido sería una historia patriótica? Conocía un antecedente, A patriot’s history of the United States, de Larry Schwikart y Michael Allen, que seguro no le es desconocida a Marco, gran conocedor de la historia de los Estados Unidos. Este libro se escribió con el objetivo de contrarrestar la Otra historia de los Estados Unidos de Howard Zinn. Marxista, agente de la KGB, Howard Zinn escribió un libro bastante popular que quiere que no quede piedra sobre piedra de la concepción de que aquél es un país excepcional, mejor que otros, cuyas contribuciones a la historia y la experiencia humanas son en conjunto positivas. El libro de Marco, en un país varias veces centenario como el nuestro, cumple una función parecida.

Es una historia patriótica por varios motivos. Dejemos que sea el primero la respuesta a la pregunta: ¿desde cuándo existe España y existimos los españoles? El ser de nuestro país se ha forjado por varias oleadas históricas que van desde la llegada de los fenicios, que fueron quienes nos dieron la palabra que derivó en España, hasta la guerra de la independencia, que nos unió en el propósito de expulsar al invasor francés, pasando por la romanización, la reconquista, la unión de Castilla y Aragón y luego de Navarra, la conquista de América... La realidad de España es muy antigua, mucho más que otros países con más apego a lo propio y con más conciencia de pertenencia a una comunidad. José María Marco nos expone, considero que convincentemente, que ese es precisamente el caso.

Es patriótica también en otro sentido. La patria es un concepto genuinamente histórico, que hace referencia a la continuidad en las instituciones y en los esfuerzos compartidos. Frente al concepto de nación, que es ideológico. El primero es realista y mira a la continuidad del pasado. El segundo idealiza el pasado y construye una idealización en la que quiere ahormar el presente. En ese trabado constante de experiencias comunes, transmitidas generación tras generación y que precipita en un pozo del que bebemos los españoles, la literatura desempeña un papel importante. José María Marco se lo otorga, porque es profesor de historia de la literatura y porque ésta es expresión de la forma de ser y pensar de los españoles. De Marcial, que deja clara su condición de hispano, a autores que aún resuenan en los medios, Marco cose el relato de nuestra historia con algunas de las expresiones de nuestra cultura.

Finalmente, este libro es patriótico no sólo porque incida en la experiencia común, sino porque quiere superar la visión pesimista que ha preponderado en nuestro país desde el 98. Esa concepción llevó a Manuel Azaña (de quien, no deberíamos dejar de señalar, Marco es biógrafo) a la pretensión de destruir las instituciones más propiamente españolas para poder reconstruir nuestro país desde bases racionales con más facilidad. Ese intento, que no fue exclusivo de Azaña, acabó en un enorme fracaso histórico que desembocó en la Guerra Civil.

De algunas reseñas de esta obra podría deducirse que es ésta una historia de carácter ideológico, o en la que los hechos se presentan como apoyo de una conclusión preconcebida. Por el contrario, destaca la exposición ordenada, sencilla, veraz, precisa y templada de los hechos relevantes para nuestra historia. Es más, el libro, además de ocupar un espacio en la biblioteca de quienes quieran conocer nuestro pasado, debería convertirse en un manual para quienes necesiten completar una asignatura de introducción.

Por último, no puede dejar de destacarse la oportunidad de su publicación. Julián Besteiro llegó a decir que España no existe. José Luis Rodríguez Zapatero dijo, pásmense, que en la época de Franco no había españoles; España, además, le parece una realidad discutida y discutible, y ha resaltado las diferencias entre los españoles, que en su mano han sido un ariete para recuperar el programa político de Azaña. Su fracaso ha sido menos espectacular, pero no por ello menos completo. A Mariano Rajoy le queda por delante liderar una labor de regeneración económica, pero también de recuperación de la conciencia de que tenemos un destino común que merece la pena. Una historia patriótica de España daría sentido a un empeño como ese.

José María Marco, Una historia patriótica de España, Planeta, Barcelona, 2011, 656 páginas.