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La Ilustración Liberal

La mafia esterilizante de la universidad pública española

Los entornos académicos tienden a la endogamia por su propia dinámica, agravada en el caso de la universidad por la autonomía que se concede a los departamentos para proveer los puestos de magisterio en sus distintos niveles. Ajena a conceptos como mérito, capacidad o igualdad de acceso, la universidad pública española se distingue por ser un entorno cerrado en el que la entrada tiene un rígido control de acceso, en manos de los mandarines oficiales de cada centro, por lo general fuertemente ideologizados en sentido izquierdista. El resultado es una alarmante pobreza académica y una labor investigadora prácticamente estéril; cuesta encontrar excepciones de cierta relevancia, mientras el sectarismo de los responsables educativos produce continuas hornadas de egresados con escasas habilidades profesionales pero extremadamente sensibilizados para con los dogmas más radicales de la agenda política de la izquierda.

Con ser penoso el estado general de la universidad pública española, lo que acurre en las facultades dedicadas a formar educadores resulta especialmente lamentable, porque los efectos de esta perversión intelectual se trasladan a todo el tejido de la enseñanza pública. El paradigma Logse, hegemónico en las facultades del ramo y eje transversal del sistema público, está fuera de discusión. Sus bases se aceptan como si de verdades reveladas se trataran, y los perniciosos efectos que la realidad educativa de nuestro país genera constantemente son negados o achacados al escaso interés de las autoridades educativas por implantar el paradigma logsiano con todas sus consecuencias, también financieras.

Así las cosas, es evidente que cualquier profesional de la educación que quiera hacer carrera en la rama universitaria de la pedagogía ha de profesar una fe absoluta en los principios utópicos en que se basan la Logse y sus secuelas. En caso contrario, y conociendo cómo se las gasta la izquierda universitaria, ya puede ir preparándose para sufrir el peor boicot de su vida.

Precisamente este juego sucio de los catedráticos logsianos y sus perros de presa, tan indigentes en lo intelectual como sus jefes pero mucho más sectarios, y sus efectos sobre un joven profesor universitario dispuesto a seguir otra línea de investigación, mucho más prometedora, es el hilo conductor del relato de José Penalva, que por momentos pone los pelos de punta al lector.

Si no fuera porque al comienzo del libro se nos asegura que todo lo que se describe en él responde a la más estricta realidad –sólo se cambia el nombre de los personajes, tal vez para evitar consecuencias judiciales–, uno dudaría de que la universidad pública española pudiera acumular tanta vileza en sus pasillos, despachos, aulas y departamentos.

No importa que el protagonista atesore un currículum impecable, con experiencia internacional incluida, y que por tanto sea mucho más solvente que todos sus compañeros del departamento de pedagogía, más antiguos que él pero prácticamente inanes en materia de investigación. Poco importa también que en el seno de cualquier centro público de enseñanza haya unos órganos dedicados a velar por el correcto desarrollo de las relaciones profesionales, al objeto de impedir actuaciones mafiosas como las que aquí se describen. Al final, el que se atreve a poner en cuestión el dogma educativo promovido por la izquierda es acusado de traición, y contra él vale todo, especialmente el ataque personal, el arma preferida de los totalitarios para escarmentar al disidente.

Penalva nos relata el calvario de un joven profesor de pedagogía empeñado en defender lealmente su derecho a discrepar de la línea oficial en la materia, que se concreta en la utopía logsiana, y cómo los que debían defenderlo lo abandonan, dejando su suerte en manos de quienes quieren verlo destruido. El texto estremece por la crueldad que destilan los mandarines de la pedagogía española, sólo equiparable en sus dimensiones a la ruina académica que están causando al país desde que se encaramaron al poder universitario, para dirigirlo con pretensiones estalinistas.

El personaje que utiliza Penalva es un héroe solitario que lucha contra todo un sistema concebido para esterilizar intelectualmente a las nuevas generaciones de españoles. Unas generaciones que ya han terminado sus estudios universitarios y, en consecuencia, hoy surten las nutridas colas del paro.

Ya que es imposible erradicar la mafia pedagógica universitaria en el corto plazo, quizá testimonios como el de José Penalva sirvan para que sus víctimas, los miles y miles de titulados universitarios más recientes, se den cuenta de que les han estafado. Con sólo eso ya habríamos dado un primer paso en la buena dirección.

José Penalva, Corrupción en la Universidad. El ocaso de la educación. El triunfo de la endogamia, Ciudadela, Madrid, 2011, 197 páginas.

Número 47

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