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La Ilustración Liberal

Lo que dice la teoría oficial del calentamiento global

Cada seis o siete años el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), organismo dependiente de la ONU, publica uno de sus informes, que representan el supuesto consenso científico sobre el cambio climático, antes conocido como calentamiento global. Así, el 27 de septiembre de 2013 se publicó un nuevo Resumen para Representantes de Políticas, el documento más influyente de cada uno de los cinco informes publicados hasta la fecha.

El anterior informe, el cuarto, se publicó en 2007, pocos días después de que la crisis económica global en la que nos encontramos hubiera enseñado la patita. Sin embargo, la mayor parte de los ciudadanos, empresas y gobiernos aún no lo sabían, de modo que el cambio climático era el tema del momento y el IPCC llegó a recibir pocos meses después un Premio Nobel, compartido con Al Gore. Este informe, sin embargo, ha sido recibido con mucho menos interés. No es de extrañar. El clima ya no es una preocupación prominente ni de ciudadanos ni de políticos, en general preocupados por asuntos más mundanos, como la decadencia del Estado del Bienestar, el paro y esas cosillas. El escándalo del Climagate ha hecho mella en la credibilidad de algunos de los principales popes del movimiento alarmista. Además, tampoco el clima científico, si me permiten el chiste malo, es el más propicio. Pese a los esforzados intentos de algunos activistas por seguir convenciéndonos de la existencia de un consenso del 97%, nada más y nada menos, en torno a la teoría oficial del cambio climático, lo cierto es que ésta cada vez está siendo más contestada en algunos de sus puntos más críticos.

El gran debate de la sensibilidad climática

Un reportaje publicado en el Daily Mail1 provocó un debate sin precedentes a todos los niveles a finales de 2012. El artículo se hacía eco de un informe de la oficina meteorológica británica que se limitaba a ejercer de notario de un hecho bastante trivial: el calentamiento global parecía haberse dado un descanso y en los últimos dieciséis años no se había producido ningún incremento discernible de las temperaturas. Era un lapso de tiempo que ya empezaba a ser extenso y contradecía las predicciones que el IPCC y demás expertos del clima llevaban haciendo desde hacía más de veinte años.

Hasta la fecha, las principales discusiones se venían dando en el campo de la paleoclimatología, el estudio de las temperaturas pasadas, en la que algunos estudios de credibilidad dudosa venían a decirnos que hacía milenios que la Tierra no estaba tan caliente. Pero ahora la duda se centraba en un aspecto aún más esencial de la teoría oficial: que al aumento de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera siempre le seguía un aumento de temperaturas.

Dado que nuestro clima es un sistema extraordinariamente complejo y caótico, no podemos saber con exactitud qué consecuencias provoca cualquier cambio como, por ejemplo, el incremento del dióxido de carbono en la temperatura. De ahí que se intente estimar lo sensible que es el clima a dichas variaciones. El efecto directo del CO2 sobre el clima es conocido: aproximadamente un grado centígrado de aumento cada vez que se dobla su concentración en la atmósfera. La teoría alarmista asegura que ese cambio produce a su vez retroalimentaciones positivas. Así pues, la llamada "sensibilidad del clima" al aumento del dióxido de carbono sería mayor que ese grado; en concreto, el cuarto informe del IPCC lo situaba alrededor de los 3°C.

Sin embargo, muchos estudios de los dos últimos años (por ejemplo, Annan, J.D., and J.C Hargreaves, 2011; Lindzen, R.S., and Y-S. Choi, 2011; Aldrin, M., et al., 2012; Ring, M.J., et al., 2012; Hargreaves, J.C., et al., 2012; Lewis, N. 2013) han reducido esa cifra, principalmente debido a ese descanso que parece que se ha tomado el clima en los últimos tiempos. De hacer caso a estos estudios, habría que reducir el valor más probable de la sensibilidad de 3 a 2 grados al menos. Muy poco antes de la publicación del quinto informe del IPCC, el investigador independiente Nic Lewis –cuyos estudios ya obligaron a rectificar al organismo climático en alguna ocasión– publicó un estudio que estimaba la sensibilidad del clima en un rango entre 1 y 3 grados, con 1,6 como el valor más probable. Es decir, la mitad. De ser cierto, todas las calamidades que nos pronostican como consecuencia de la subida de las temperaturas se alejarían en el tiempo entre 50 y 100 años.

En los tres primeros informes del IPCC se daba una horquilla de entre 1,5 y 4,5 grados al aumento provocado por doblar la cantidad de CO2 en la atmósfera, pero en el cuarto se elevó el límite inferior a 2 grados. Y en todos ellos se daba una cifra dentro de dicha horquilla como la "más probable". Pero en el quinto informe, tras millones y millones gastados en investigación, no sólo han vuelto a colocar la horquilla donde estaba, sino que han renunciado a ofrecer una cifra más probable de sensibilidad porque, reconocen, no hay una tendencia general en los estudios científicos como para sacar una conclusión. Es decir, admiten no tener ni idea de lo sensible que es el clima al incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera, pero al mismo tiempo están seguros de que ese incremento es el culpable de la subida.

Esta renuncia a ofrecer una cifra es el dato más importante de todo el quinto informe del IPCC. Las predicciones contenidas en él están basadas en modelos informáticos que, al margen de otras muchas deficiencias, necesitan saber cuál es la sensibilidad climática para ofrecer un resultado. No saber cuál es la más probable implica no saber qué resultado de los modelos es más probable. En definitiva, certifica lo que ya sabíamos: que la climatología no sabe qué temperatura tendremos en el futuro.

Los grandes titulares del informe

En la mayoría de los medios los titulares, como siempre, se centraron en las cifras que más alarma pueden causar, como que la temperatura podría subir hasta 4,8 grados en 2100, obviando que el informe da una horquilla que se mueve entre 4,8 grados en su extremo superior y 0,3 en el inferior, que es lo mismo que decir nada, especialmente cuando no existen un valor más probable de sensibilidad climática.

Otro de los principales focos de atención estuvo en el hecho de que la certeza en que el hombre provoca el calentamiento global había crecido del 90 al 95%. La cifra ha ido creciendo informe tras informe y se ha convertido en símbolo de la seguridad de la ciencia oficial de que los escépticos están equivocados. En los dos anteriores informes, de 2001 y 1995, estaba en el 66% y un poco por encima del 50%, respectivamente.

Sin embargo, no es verdad que la certeza haya crecido en este último informe. Tras el fracaso en predecir la actual pausa en el calentamiento y el abandono de un valor más probable para evaluar la sensibilidad del clima al dióxido de carbono, resulta difícil decir que ahora sabíamos más que en 2007. De modo que el IPCC no lo hace. En ambos informes se tiene la misma certeza (el 90%) en que el calentamiento ha sido causado por la emisión de gases de efecto invernadero. Se llega al 95% sumando los efectos de todas las "actividades humanas", lo cual incluye otras causas como, por ejemplo, los cambios en el uso de los terrenos, que cambian su albedo y, por tanto, el porcentaje de calor que reflejan.

Pero el problema es mucho más profundo. Cuando en disciplinas científicas serias se da un porcentaje de confianza en un resultado concreto, este porcentaje se ha calculado previamente. No es ése el estilo del IPCC. En el anterior informe de 2007, una nota al pie de página advertía que el cálculo provenía del "juicio de expertos", es decir, que se lo habían sacado de la manga los científicos implicados en la elaboración del informe. La climatóloga Judith Curry ha recordado que el 95% es "una cifra negociada entre los autores" y que ignora "cómo la justifican". De hecho, la explicación que ofrecen en este informe es como poco rocambolesca:

En general, dado que el aumento de gases de efecto invernadero antropogénico ha causado probablemente un calentamiento de entre 0,5 y 1,3°C entre 1951 y 2010, con otros forzamientos antropogénicos probablemente contribuyendo a un enfriamiento que lo contrarresta; que los efectos de los forzamientos naturales y la variabilidad natural interna se estiman pequeños y que estimaciones robustas del calentamiento neto antropogénico son sustancialmente mayores que la mitad del calentamiento observado, concluimos que es extremadamente probable que las actividades humanas provocaron más de la mitad del aumento observado en la media global de temperaturas entre 1951 y 2010.

"Extremadamente probable" significa un 95%, según las definiciones del IPCC. Como puede leerse, en la justificación de dicha cifra hay mucha literatura, pero ningún cálculo. Lo único que en realidad dice el IPCC es que los autores del informe se sienten un 95% seguros de que lo que dicen es cierto. Y nada más.

La injerencia política en el IPCC

Cuando se afirma que los informes del IPCC representan el consenso científico sobre el cambio climático se olvida cómo se elaboran los informes. Porque, aunque pueda sonar extraño a cualquier mente formada en los usos y costumbres de la ciencia, en el IPCC la ciencia la dictan los políticos. Parece razonable que si se elaboran unos informes tan amplios que requieren de un resumen más breve para hacerlos asequibles a los no iniciados primero se escriban los informes y a partir de ellos se elabore el resumen. Y así se va haciendo durante todo el proceso, según se van escribiendo los borradores, justo hasta el momento en que se deja grabada en piedra la versión final.

Pero lo que sucedió a finales de septiembre es que se reunieron los representantes de los gobiernos para consensuar el texto final del Resumen para Responsables de Políticas a partir del último borrador elaborado por los científicos, que a su vez se escribe a partir de los borradores de los informes más extensos. ¿Y qué sucede a partir de ahora? Que dichos borradores se reescribirán para que su versión final guarde coherencia con el Resumen. Los textos actualmente publicados en la web del IPCC son sólo los borradores. Lo reconoce la propia organización2:

Lo que se ha publicado hasta ahora es el Resumen para Responsables de Políticas ya aprobado, así como los borradores finales (versión del 7 de junio de 2013) de los capítulos subyacentes y el Resumen Técnico (descargable gratuitamente en www.climatechange2013.org). Estos borradores siguen sujetos a errores de transcripción, corrección de errores y todos los cambios necesarios para mantener la consistencia con el Resumen aprobado. Prevemos que el informe completo en su forma final y lista para publicación estará disponible electrónicamente en enero de 2014. [énfasis añadido]

Este, cuando menos, discutible proceso ya provocó un grave escándalo cuando la versión final del segundo informe del IPCC, tras ser aprobado por los científicos responsables, fue reescrito para ajustarse al Resumen en varias partes clave, añadiendo certezas sobre la responsabilidad humana en el incremento de temperaturas y eliminando las numerosas dudas. Así, por ejemplo, el borrador de aquel informe afirmaba: "¿Cuándo podremos identificar los efectos de las actividades humanas en el clima? No resulta sorprendente que la mejor respuesta a esta pregunta sea que no lo sabemos". Esa y otras dudas fueron eliminadas y en su lugar se introdujeron frases como

el cuerpo de las pruebas estadísticas, cuando se examinan en el contexto de nuestra compresión de la física del sistema climático, apunta ahora a una influencia humana distinguible en el clima global.

Modelos, escenarios y predicciones fallidas

El IPCC hace sus predicciones mediante modelos informáticos. Si en este Quinto Informe, al no haber un valor más probable de sensibilidad climática, resulta muy difícil tomarse en serio unos modelos que se basan precisamente en esa cifra, lo cierto es que las predicciones de los modelos de informes pasados y las temperaturas reales observadas no se parecen mucho. Lo cual, claro, es un problema. Si los modelos no son capaces de augurar que iba a existir una pausa en el calentamiento global que dura ya 16 años, resulta difícil creer lo que digan de ahora en adelante. El climatólogo británico Ed Hawkins3 resumió estas discrepancias en una figura bastante sencilla de entender, en la que la zona sombreada indica las predicciones, la línea gruesa las observaciones y la línea vertical el momento en que se publicaron los modelos, es decir, el momento a partir del cual empiezan a predecir.

Gráfica 1. Comparación entre las temperaturas y las predicciones

El último borrador del Resumen para Responsables de Políticas del Quinto Informe del IPCC no era tan claro, pero aun así contenía un gráfico bastante revelador. La figura 1.4 mostraba las diferencias entre las predicciones de los modelos climáticos de los anteriores informes del organismo y las observaciones de temperaturas reales. Mientras que el texto asegura que las observaciones "estaban dentro del rango de incertidumbre de todas las proyecciones pasadas del IPCC, y generalmente estaban en el medio de dichos rangos", la gráfica mostraba cómo las predicciones del último informe (etiquetado como AR4 y más oscura) y las temperaturas que hemos tenido desde entonces discrepan bastante. En concreto, las temperaturas están por debajo de las predicciones.

Gráfica 2. Borrador del Quinto Informe del IPCC

La manera de que la gráfica y el texto no entren en contradicción es considerar la zona sombreada gris más amplia como el "rango de incertidumbre" de las proyecciones, pese a que la leyenda no decía nada al respecto. El caso es que en el Cuarto Informe, cuando nos decían cuánto iban a subir las temperaturas, no incluían rangos tan amplios. La gráfica, similar a la número 10.26 del Cuarto Informe, venía pues a mostrar qué había sucedido: las predicciones del IPCC se habían equivocado. De modo que en el informe final –ese que ya hemos indicado que es elaborado por representantes de los gobiernos y no por científicos– se encargaron de sustituirla por esta otra gráfica:

Gráfica 3. Quinto Informe del IPCC

En la primera figura, la escala se centraba en el periodo en el que los modelos han hecho predicciones (los primeros comenzaban en 1990). Aquí se han incluido datos de temperaturas desde 1950 sin ninguna otra razón aparente que reducir el espacio disponible para lo realmente importante. Además, antes todas las proyecciones de todos los informes anteriores del IPCC se veían de la misma manera, con una zona sombreada. En esta, en cambio, los modelos de los tres primeros informes se siguen viendo con una zona sombreada, mientras que los del cuarto se han dividido en tres grupos y se muestran como un batiburrillo de líneas, haciendo tremendamente difícil distinguir nada.

Además, ahora da toda la impresión de que los modelos han acertado, porque la temperatura real aparece dentro de los sombreados. Y es que todos ellos han bajado unas décimas de grado, suficiente para que ahora las observaciones entren dentro del mismo. ¿Cómo es posible? Al parecer, la diferencia es debida a un cambio sugerido por el estadístico y bloguero Tamino4, ya que al parecer al IPCC no le importa recurrir a blogueros y no a estudios científicos revisados por pares siempre que vengan bien a la causa. Otra bloguera climática, Lucia Liljegren5, ha aplicado ese mismo cambio al caso hipotético de que las temperaturas reales y los modelos hubieran coincidido a la perfección todos los años. Le sale esta gráfica:

Gráfica 4. El 'truco Tamino', al descubierto

Como pueden ver, pese a ser dos líneas de datos idénticas, el "truco Tamino" hace que los modelos aparezcan por debajo de las observaciones. En definitiva, el truco lo que hace es bajar las temperaturas predichas por los modelos en todos los casos. Si los modelos hubieran acertado, aplicarlo les haría parecer equivocados. Pero como han fallado por pasarse de calenturientos, les hace parecer correctos.

Al margen de este cambio en las gráficas, hay otro punto que deja aún más claro el fracaso de los modelos. Éstos dan diferentes resultados dependiendo de las emisiones de CO2 que se hagan en la atmósfera, dando sus previsiones más bajas de temperatura cuanto más bajas sean las emisiones. Pero mientras que el CO2 se ha acercado mucho al máximo previsto por los modelos más catastrofistas, las temperaturas caen por debajo de las previsiones de los modelos construidos bajo el supuesto de que emitiríamos mucho menos.

Las consecuencias del calentamiento global

No obstante, en el fondo que suban o no las temperaturas da un poco lo mismo. Lo que importa son las consecuencias de ese incremento. Esas son las hecatombes con las que nos quieren meter miedo Al Gore y los suyos. Grandes huracanes, inundaciones, el mar tragándose ciudades… Y en esto nos da una de cal y otra de arena. Por ejemplo, en este informe han aumentado la predicción de subida del nivel del mar durante este siglo, que se estimaba en 2007 entre 18 y 59 centímetros y ahora sitúan entre 26 y 82 centímetros.

Pero en cuanto a los llamados eventos meteorológicos extremos, el IPCC ha incorporado las conclusiones de un informe especial publicado en 2012 dedicado específicamente al tema. Las ideas principales que se desprenden del texto son que no sabemos lo suficiente aún y que no parecen existir tendencias al alza o a la baja de fenómenos como huracanes, tornados, inundaciones o sequías. Es decir, que quienes haya afirmado que el huracán Sandy o el tifón Yolanda son debidos al calentamiento global lo hacen sin base científica alguna.

También reconoce que en el próximo siglo no habrá ninguna catástrofe como las que Al Gore o El día de mañana han empleado para asustarnos estos últimos años. No se apagará la Corriente del Golfo, ni habrá emisiones catastróficas de metano por el derretimiento del permafrost ni se derretirá la Antártida o Groenlandia. Lo único que al IPCC le sigue pareciendo plausible es que el Ártico se quede sin hielo en verano, aunque también reconoce que es un escenario reversible en el plazo de años o décadas.

Hay que indicar que buena parte del alarmismo y de sus más extravagantes conclusiones, como aquella del Congreso estadounidense de que llevaría a las mujeres a la prostitución6, se centra en las consecuencias de los eventos meteorológicos extremos. También ha sido el centro de algunas de las más sonadas polémicas en la institución, como la que llevó a la renuncia de Chris Landsea7 tras ver tergiversado el conocimiento científico sobre huracanes en la elaboración del cuarto informe del IPCC, que afirmaba que el calentamiento había incrementado su número. El quinto informe asegura ahora que "no se han identificado tendencias robustas en el número de tormentas tropicales, huracanes y grandes huracanes durante los últimos 100 años en la cuenca del Atlántico Norte".

También reconoce el IPCC que continúa existiendo "una falta de pruebas" en lo referente a las tendencias en "la magnitud y/o la frecuencia de inundaciones a una escala global". También que existe que una "baja confianza" en una tendencia a escala global en "sequías o aridez (falta de lluvias)" y que su anterior informe "probablemente exageró" en este apartado.

Conclusiones

El historiador Geoffrey Parker escribía una tercera en ABC comparando el momento en que vivimos con el "siglo maldito", el XVII, en el que "un tercio de la población humana pereció a causa de la letal sinergia de desastres naturales y estupidez humana".8 Pese a comparar a los escépticos con la teoría oficial del cambio climático con quienes niegan la relación entre fumar y tener cáncer de pulmón, un recurso habitual de los alarmistas para desacreditar a sus críticos, sus propuestas eran al menos sensatas: prepararse ante las posibles consecuencias del calentamiento, tenga éste raíces humanas o no.

No creo que haya muchos escépticos que se nieguen a que los gobiernos preparen planes para el caso de que finalmente el IPCC tenga razón y la temperatura aumente dos grados o más durante este siglo. Al fin y al cabo, la mitigación resulta mucho, mucho más barata que la prevención, y tiene la ventaja de que sólo puede llevarse a cabo cuando se sabe fehacientemente que el daño está ahí. Pero incluso tomando en serio las alegaciones de la ciencia oficial, no parece que haya mucho ante lo que prepararnos. Todo lo más, un aumento en el nivel del mar, que de todos modos lleva produciéndose desde hace más de un siglo, y seguirá sucediendo aunque a partir de ahora llegue el frío.

Nadie duda de que la temperatura ha subido desde que acabara la Pequeña Edad de Hielo en el siglo XIX. Es muy probable que parte de ese aumento se haya debido a las emisiones de dióxido de carbono. Pero la climatología es una ciencia muy joven que estudia un sistema muy complejo; una ciencia que, además, se ha visto completamente ocupada por una teoría que la ha convertido en un importante foco de atención, atrayendo fondos de los gobiernos para investigación que hace treinta años eran impensables. Conseguir financiación para estudios climáticos que nieguen o relativicen el peligro de las emisiones de CO2 es hoy casi una quimera, obligando a algunos científicos a desviar dinero de otros estudios para pagar aquellos que ponen peros a la ciencia oficial9. No sabemos qué parte de responsabilidad tiene el dióxido de carbono sobre el clima actual, y seguiremos sin saberlo mientras ecologistas y políticos sigan teniendo un peso tan enorme sobre la ciencia que debe dilucidarlo. Las inconsistencias en el último informe del IPCC no vienen sino a demostrarlo.


1 David Rose, "Global warming stopped 16 years ago, reveals Met Office report quietly released... and here is the chart to prove it", Daily Mail, 13-X-2012.

2 Anthony Watts, "Tail wagging the dog – IPCC to rework AR5 to be ‘consistent with the SPM’", Watts Up With That?, 12-X-2013.

3 Ed Hawkins, Updated comparison of simulations and observations, 8 de febrero de 2013, http://www.climate-lab-book.ac.uk/2013/updated-comparison-of-simulations-and-observations/

4 Dana Nuccitelli, IPCC model global warming projections have done much better than you think, 1 de octubre de 2013, http://skepticalscience.com/ipcc-model-gw-projections-done-better-than-you-think.html

5 Lucia Liljegren, Tamino's take on SOD AR5 Figure 1.4!, 4 de octubre de 2013, http://rankexploits.com/musings/2013/taminos-take-on-figure-1-5/

6 Pete Kasperowicz, "Dem resolution warns climate change could push women to ‘transactional sex’", The Hill, 29-IV- 2013.

7 Jorge Alcalde, "Si Pachauri dimite, no será el primero", Libertad Digital, 5-II-2010.

8 Geoffrey Parker, "El siglo maldito y nosotros", ABC, 24-XI-2013.

9 Roy Spencer, Our new paper: El Nino warming reduces climate sensitivity to 1.3 deg. C, 11 de noviembre de 2013, http://www.drroyspencer.com/2013/11/our-new-paper-el-nino-warming-reduces-climate-sensitivity-to-1-3-deg-c/