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La Ilustración Liberal

Se ha ganado la mitad de la batalla

En las casi seis décadas transcurridas desde el fin de la Segunda Guerra, la opinión en Estados Unidos acerca del papel del Gobierno ha cambiado radicalmente. Cuando terminó la guerra, la opinión era predominantemente colectivista. El socialismo –definido como la propiedad y el manejo de los medios de producción– se consideraba tanto posible como deseable. Aquellos pocos de nosotros que favorecíamos los mercados libres y un Gobierno limitado éramos una minoría apabullada.

En las décadas siguientes la opinión dio un viraje del colectivismo hacia el libre mercado y los Gobiernos limitados. La opinión pública había cambiado tanto hacia 1980 que Ronald Reagan ganó las elecciones con un programa de gobierno casi libertario.

El colapso de la Unión Soviética en 1989 fue el golpe de gracia para el socialismo. Casi nadie hoy en día, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, considera posible ni deseable el socialismo tradicional de la propiedad y la operación estatal de los medios de producción. Aquellos que hoy se declaran socialistas se refieren más bien al Estado del Bienestar.

Durante el mismo período, el papel verdadero del Gobierno en EEUU cambió también drásticamente, pero exactamente en la dirección contraria. Durante la primera década de la posguerra, entre 1945 y 1955, los gastos del Gobierno, sin incluir la defensa nacional pero incluyendo todos los demás gastos federales, estatales y locales, equivalían al 11,5 por ciento del ingreso nacional. Esto fluctuó de un máximo del 16 por ciento, en 1949, a un mínimo del 8 por ciento, en 1952. A partir de entonces el gasto gubernamental aumentó rápidamente. Hacia 1983 el gasto gubernamental, sin incluir la defensa, había aumentado hasta el 30 por ciento del ingreso nacional, casi triplicando los gastos de la primera década posterior a la guerra.

Además, durante el mismo período se disparó la intervención gubernamental en los negocios y asuntos privados. Ejemplo de ello son programas gubernamentales como Medicare, Medicaid, Agencia de Protección Ambiental, Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, Comisión de Seguridad de Productos de Consumo, Corporación de Servicios Legales, Comisión de Oportunidades Iguales de Empleo, AmeriCorps (servicio nacional y comunitario) y Head Start (pre-kinder). No hay duda de que el crecimiento del Gobierno causó el cambio en la opinión pública. La práctica del Gobierno Grande es mucho menos atractiva que sus promesas y perspectivas.

La elección de Reagan provocó un freno en los gastos del Gobierno no relacionados con la defensa. En 2003 el gasto del Gobierno sin incluir defensa equivalía entonces al mismo 30 por ciento del ingreso nacional de 1983. La intervención gubernamental a través de regulaciones y controles se redujo durante la presidencia de Reagan, pero ha seguido aumentando desde entonces.

En resumen, al terminar la Segunda Guerra la opinión era socialista, pero la práctica era el libre mercado. Actualmente la opinión es de libre mercado, mientras que la práctica es marcadamente socialista. Hemos prácticamente ganado la batalla de las ideas (aunque esas batallas nunca se ganan definitivamente); hemos logrado frenar el crecimiento del socialismo, pero no hemos tenido éxito en hacerlo retroceder. Todavía estamos muy lejos de conseguir que la práctica gubernamental se ajuste a la opinión pública.

Esa es la prioridad del segundo período de Bush –apartando la defensa nacional–, como el mismo presidente reconoce claramente. No será una tarea fácil, especialmente con Irak amenazando consumir su capital político.

Este artículo fue originalmente publicado por The Wall Street Journal, que autorizó su traducción a la agencia AIPE.

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