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La Ilustración Liberal

La devastadora ignorancia de nuestros políticos

El mundo aprende y avanza haciendo pruebas y cometiendo errores. Esa es la manera como las cosas evolucionan. Todo está en continua evolución, cambiando siempre. Aún los innovadores, como los que inventaron las tarjetas de crédito, jamás soñaron la revolución financiera que iniciaron cuando olvidó su cartera el amigo a quien le tocaba pagar la cuenta del almuerzo semanal y acordaron con el dueño del restaurante pagar con sus tarjetas personales y liquidar cuentas a fin de mes.

Poco a poco, en forma sorprendente, se van probando nuevas cosas, unas funcionan, se adoptan y se generalizan, pero la mayoría no funciona y se descarta. Así progresan los sistemas electrónicos, químicos, administrativos, etcétera.

Pero cuando se promulga una ley estableciendo cómo las cosas deben operar, queda grabado en piedra y se asfixia el desarrollo. Un aleccionador ejemplo son los estados en Estados Unidos. En ese país, la mayor parte de la legislación es estatal y no federal. Unos estados han prohibido el licor, otros no tienen límite de velocidad en carreteras, unos prohíben la sindicalización coercitiva, en unos hay impuesto sobre la renta, otros no tienen impuesto sobre herencias, en algunos se usa el sistema de vales escolares, unos tienen sistema de gobierno bicameral, y en fin, desde que se fundó la nación quedó prohibido al gobierno federal inmiscuirse en todo menos en lo que quedó expresamente autorizado. Esto ha permitido una evolución sobre la base de ejemplo y competencia local, en lo que lo malo dura poco, su efecto se circunscribe al estado que lo impone, sus efectos son descubiertos por comparación y lo que resulta bueno otros lo copian y se generaliza.

Desde la evolución de la grabación de imágenes y música, sistemas operativos de informática, métodos industriales, administrativos, financieros han resultado de la experimentación, evolución, prueba y error. Y así las más importantes normas mundiales son producto de la evolución espontánea en el mercado y no de leyes inventadas por los políticos.

Solamente quien no sabe que no sabe es capaz de querer legislarlo todo. Cuando un grupo de amigos organizó la Bolsa de Valores, el gobierno de Guatemala se opuso porque no estaba aún reglamentado, como si solamente pudiera la gente hacer lo que primero se reglamenta. Igual sucedió cuando otro grupo quiso traer gas natural de México y las autoridades anunciaron que no se podía porque aún no estaba reglamentado. En cambio, hubo gran desarrollo de televisión por cable hasta en los más remotos pueblos, donde aún no tenían teléfonos. Ocurrió tan rápido porque la ocasión coincidió con una época de gran inestabilidad política que impidió al gobierno entrometerse. Los permisos para usar la vía pública se solicitaban "al pedalazo" e inmediatamente procedían a tender cables y Guatemala estuvo a la vanguardia en el mundo. En contraste, como el teléfono estaba reglamentado, fuimos de los más atrasados.

Ahora Guatemala pone control de precio del crédito en tarjetas, quiere regular la competencia, la Bolsa, y quién sabe qué más. Guatemala contrata técnicos de la Bolsa española para "componer" la propia, mientras España debería copiar la de Guatemala para que sus mejores acciones no se tengan que cotizar en el exterior.

La sabiduría popular nos indica que "un poco de conocimiento es peligroso". Cuando se aprende un poco más sobre cualquier cosa ocurre que lo que inicialmente parecía como un defecto se le descubren detalles insospechados y su razón de ser. Así veremos que el tope al interés a las tarjetas de crédito causará que muchos no las podrán obtener. Los más débiles serán los más perjudicados. La modestia sugiere que el papel del legislador no es el de perfeccionar al mundo sino el de guardián de los derechos de los ciudadanos: castigar el fraude, el robo, proteger la propiedad y responsabilizar por daños a terceros. Eso, que ya está en la ley, es más que suficiente y les ocuparía todo su tiempo.

© AIPE. Manuel F. Ayau Cordón es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y antiguo presidente de la Sociedad Mont Pelerin.

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Reseñas

1
comentarios
1
la torpeza de los politicos
alondra

pos espero que los politicos ya se sepan conportan porque parece como que si ya no les importamos y eso esta muy mal ya que en vez de eso nos deverian de ayudar en nuestra sociedad.?